domingo, 22 de diciembre de 2013

Dafnis y Cloe - Longo

Tocando él así una siesta, y reposando a la sombra el ganado, Cloe hubo de quedarse dormida. Y no bien lo advirtió Dafnis, dejó la flauta para mirarla toda, sin hartarse de mirarla; y ya sin avergonzarse de nada, dijo en voz baja de este modo: << ¡Cómo duermen sus ojos!, ¡Cómo alienta su boca! Ni las frutas ni el tomillo huelen mejor; pero no me atrevo a besarla. Su beso pica en el corazón y vuelve loco como la miel nueva. ¡Oh parlaras cigarras! ¿No la dejaréis dormir con vuestros chirridos? ¿Y estos pícaros chivos, que alborotan peleando a cornadas? ¡Oh, lobos, más cobardes que zorras! ¿Por qué no venís a robarlos?>>.


Cloe se complació con la idea de volver a ver por la mañana a Dafnis, y Dafnis, lleno de satisfacción por dormir con el padre de Cloe, lo abrazó y besó muchas veces, soñando que a Cloe abrazaba y besaba.

sábado, 31 de agosto de 2013

Memoria de mis putas tristes - G. García Márquez

“El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen.”
“No tengo que decirlo, porque se me distingue a leguas: soy feo, tímido y anacrónico. Pero a fuerza de no querer serlo he venido a simular todo lo contrario.”
“[…] visto desde hoy, aquél fue el principio de una nueva vida a una edad en que la mayoría de los mortales están muertos.”
“Nunca hice nada distinto de escribir, pero no tengo vocación ni virtud de narrador, ignoro por completo las leyes de la composición dramática, y si me he embarcado en esta empresa es porque confío en la luz de lo mucho que he leído en la vida.”
“Cicerón lo ilustró de una plumada: No hay un anciano que olvide dónde escondió su tesoro.”
“Nunca me he acostado con una mujer sin pagarle, y a las pocas que no eran del oficio las convencí por la razón o por la fuerza de que recibieran la plata aunque fuera para botarla en la basura.”
“La única relación extraña fue la que mantuve durante años con la fiel Damiana. Era casi una niña, aindiada, fuerte y montaraz, de palabras breves y terminantes, que se movía descalza para no disturbarme mientras escribía. Recuerdo que yo estaba leyendo La lozana andaluza en la hamaca del corredor, y la vi por casualidad inclinada en el lavadero con una pollera tan corta que dejaba al descubierto sus corvas suculentas. Presa de una fiebre irresistible, se la levanté por detrás, le bajé las mutandas hasta las rodillas y la embestí en reversa. Ay, señor, dijo ella, con un quejido lúgubre, eso no se hizo para entrar sino para salir. Un temblor profundo le estremeció el cuerpo, pero se mantuvo firme. Humillado por haberla humillado quise pagarle el doble de lo que costaban las más caras de entonces, pero no aceptó ni un ochavo, y tuve que aumentarle el sueldo con el cálculo de una monta al mes, siempre mientras lavaba la ropa y siempre en sentido contrario.”
“Por esa vía, cómo no, descubrí también que mi celibato inconsolable o atribuían a una pederastia nocturna que se saciaba con los niños huérfanos de la calle del Crimen. He tenido la fortuna de olvidarlo, entre otras buenas razones porque también conocí lo bueno que se decía de mí, y lo aprecié en lo que valía. “
“Yo caminaba ansioso de que me tragara la tierra dentro de mi atuendo de filipichín, pero nadie se fijó en mí, salvo un mulato escuálido que dormitaba en el portón de una casa de vecindad.
- Adiós, doctor- me gritó con todo el corazón-, ¡feliz polvo!
¿Qué podía hacer sino darle las gracias? Tuve que detenerme por tres veces para recobrar el respiro antes de alcanzar la última cuesta. Desde allí vi la enorme luna de cobre que se alzaba en el horizonte, y una urgencia imprevista del vientre me hizo temer por mi destino, pero pasó de largo. Al final de la calle, donde el barrio se convertía en un bosque de árboles frutales, entré en la tienda de Rosa Cabarcas.”
“Hasta donde me acuerdo tenías una tranca de galeote, me dijo. ¿Cómo se porta? Me escapé por la tangente: Lo único distinto desde que no nos vemos es que a veces me arde el culo.”
“No había escapatoria. Entré en el cuarto con el corazón desquiciado, y vi a la niña dormida, desnuda y desamparada en la enorme cama de alquiler, como la parió su madre. Yacía de medio lado, de cara a la puerta, alumbrada desde el plafondo por una luz intensa que no perdonaba detalle. Me senté a contemplarla desde el borde de la cama con un hechizo de los cinco sentidos. Era morena y tibia. La habían sometido a un régimen de higiene y embellecimiento que no descuidó ni el vello incipiente del pubis.”
“Me desvestí y dispuse las piezas como mejor pude en el perchero para no dañar la seda de la camisa y el planchado del lino. Oriné en el inodoro de cadena, sentado y como me enseñó desde niño Florina de Dios para que no se mojara los bordes de la bacinilla, y todavía, modestia aparte, con un chorro inmediato y continuo de potrocerrero.”
“Delgadina, alma mía, le suplique ansioso. Delgadina. Ella lanzó un gemido lúgubre, escapó de mis muslos, me dio la espalda y se enroscó como un caracol en su concha. La pócima de valeriana debió ser tan eficaz para mí como para ella, porque nada pasó, ni a ella ni a nadie. Pero no me importo. Me pregunté de qué servía despertarla, humillado y triste como me sentía, y frío como un lebranche.”
“Aquella noche descubrí el placer inverosímil de contemplar el cuerpo de una mujer dormida sin los apremios del deseo o los estorbos del pudor.”
“Hice mi deposición puntual todavía con los ardores de la luna llena, y cuando solté la cadena del agua sentí que mis rencores del pasado se fueron por los albañales. Cuando volví fresco y vestido al dormitorio, la niña dormía bocarriba a la luz conciliadora del amanecer, atravesada de lado a lado de la cama, con los brazos abiertos en cruz y dueña absoluta de su virginidad. Que Dios te la guarde, le dije. Toda la plata que me quedaba, la suya y la mía, se la puse en la almohada, y me despedí por siempre jamás con un beso en la frente. La casa, como todo burdel al amanecer, era lo más cercano al paraíso. Salí por el portón del huerto para no encontrarme con nadie. Bajo el sol abrasante de la calle empecé a sentir el peso de mis noventa años, y a contar minuto a minuto los minutos de las noches que me hacían falta para morir.”
“[…] y el diccionario de latín, que por ser la madre de las otras dos lo considero mi lengua natal.”
“No pude dormir por el presagio de algo irremediable. Desde la madrugada empecé a contar el paso de las horas en el reloj de la catedral, hasta las siete campanadas temibles con que debía estar en la iglesia. El timbre del teléfono empezó a las ocho; largo, tenaz, impredecible, durante más de una hora. No sólo no contesté: no respiré. Poco antes de la diez llamaron a la puerta, primero con el puño, y luego con gritos de voces conocidas y abominadas. Temía que la derribaran por algún percance grave, pero hacia las once la casa quedó en el silencio erizado que sucede a las grandes catástrofes. Entonces lloré por ella y por mí, y recé de todo corazón para no encontrarme con ella nunca más en mis días. Algún santo me oyó a medias, pues Ximena Ortiz se fue del país esa misma noche y no volvió hasta unos veinte años después, bien casada y con los siete hijos que pudieron ser míos.”
“A quien me lo pregunta, le contesto siempre con la verdad: las putas no me dejaron tiempo para ser casado.”
“Dígame una cosa, Damiana: ¿de qué se acuerda? No estaba acordándome de nada, dijo ello, pero su pregunta me lo recuerda. Sentí una opresión en el pecho. Nunca me he enamorado, le dije. Ella replicó en el acto: Yo sí. Y terminó sin interrumpir su oficio: Lloré veintidós años por usted. El corazón me dio un salto. Buscando una salida digna, le dije Hubiéramos sido una buena yunta. Pues hace mal en decírmelo ahora, dijo ella, porque ya no me sirve ni de consuelo. Cuando salía de la casa, me dijo del modo más natural: Usted no me creerá, pero sigo siendo virgen, a dios gracias.
“Poco después descubrí que me había dejado floreros de rosas rojas por toda la casa, y una tarjeta en la almohada: Le deseo que llegue a los sien.”
“Cuando dieron las siete en la catedral, había una estrella sola y límpida en el cielo de color de rosas, un buque lanzó un adiós desconsolado y sentí en la garganta el nudo gordiano de todos los amores que pudieron ser y no fueron. No soporté más. Descolgué el teléfono con el corazón en la boca, marqué los cuatro números muy despacio para no equivocarme, y al tercer timbrazo reconocí la voz. Bueno, mujer, le dije con un suspiro de alivio: Perdóname el berrinche de esta mañana […]”
“Nunca olvidé su mirada sombría mientras desayunábamos: ¿Por qué me conociste tan viejo? Le contesté la verdad: La edad no es la que uno tiene sino la que uno siente.”
“Hay un cuadro en la pared de enfrente, le dije. Lo pintó Figurita, un hombre a quien quisimos mucho, el mejor bailarín de burdeles que existió jamás, y de tan buen corazón que le tenía lástima al diablo. Lo pintó con barniz de buques en el lienzo chamuscado de un avión que se estrelló en la Sierra Nevada de Santa Marta y con pinceles fabricados por él con pelos de su perro. La mujer pintada es una monja que secuestró de un convento y se casó con ella. Aquí lo dejo, para que sea lo primero que veas al despertar.”
“Descubrí que mi obsesión de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza. Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuán poco me importa el tiempo ajeno. Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodíaco.
Me volví otro. Traté de releer los clásicos que me orientaron en la adolescencia, y no pude con ellos. Me sumergí en las letras románticas que repudié cuando mi madre quiso imponérmelas con mano dura, y por ellas tomé conciencia de que la fuerza invencible que ha impulsado el mundo no son los amores felices sino los contrariados.”
“Obnubilado por la evocación inclemente de Delgadina dormida, cambié sin la menor malicia el espíritu de mis notas dominicales. Fuera cual fuera el asunto las escribía para ella, las reía y las lloraba para ella, y en cada palabra se me iba la vida.”
“Le salí al paso: El sexo es el consuelo que uno tiene cuando no le alcanza el amor.”
“Antes de volver a casa al día siguiente escribí en el espejo con el lápiz de labios: Niña mía, estamos solos en el mundo.”
“Empecé a leerle El principito de Saint-Exupéry, una utor francés que el mundo entero admira más que los franceses. Fue el primero que la entretuvo sin despertarla, hasta el punto que tuve que ir dos días continuos para acabar de leérselo. Seguimos con los Cuentos de Perrault, La historia sagrada, Las mil y una noches en una versión desinfectada para niños, y por las diferencias entre uno y otro me di cuenta de que su sueño tenía diversos grados de profundidad según su interés por las lecturas. Cuando sentía que había tocado fondo, apagaba la luz y me dormía abrazado a ella hasta que cantaban los gallos.”
“Me pregunté asombrado: ¿Qué piensa una mujer mientras pega un botón? ¿Pensaba en mí? ¿También ella buscaba a Rosa Cabarcas para dar conmigo?”
“Siempre había entendido que morirse de amor no era más que una licencia poética. Aquella tarde, de regreso a casa otra vez sin el gato y sin ella, comprobé que no sólo era posible morirse, sino que yo mismo, viejo y sin nadie, estaba muriéndome de amor. Pero también me di cuenta de que era válida la verdad contraria: no habría cambiado por nada del mundo las delicias de mi pesadumbre.”
“A las diez de la noche, tembloroso y con los labios mordidos para no llorar, fui cargado de cajas de chocolates suizos, turrones y caramelos, y una canasta de rosas ardientes para cubrir la cama. La puerta estaba entreabierta, las luces encendidas y en el radie se diluía a medio volumen la sonata número uno para violín y piano de Brahms. Delgadina en la cama estaba tan radiante y distinta que me costó trabajo reconocerla. Había crecido, pero no se le notaba en la estatura sino en una madurez intensa que la hacía parecer con dos o tres años más, y más desnuda que nunca. Sus pómulos altos, la piel tostada por soles de mar bravo, los labios finos y el cabello corto y rizado le infundían a su rostro el resplandor andrógino del Apolo de Praxíteles. Pero no había equívoco posible, porque sus senos habían crecido hasta el punto de que no me cabían en la mano, sus caderas se habían acabado de formar y sus huesos se habían vuelto más firmes y armónicos. Me encantaron aquellos aciertos de la naturaleza, pero me aturdieron los artificios: las pestañas postizas, las uñas de las manos y los pies esmaltadas de nácar, y un perfume de a dos cuartillos que no tenía nada que ver con el amor. Sin embargo, lo que me sacó de quicio fue la fortuna que llevaba encima: pendientes de oro con gajos de esmeraldas, un collar de perlas naturales, una pulsera de oro con resplandores de diamantes, y anillos con piedras legítimas en todos los dedos. En la silla estaba su traje de nochera con lentejuelas y bordados, y las zapatillas de raso. Un vapor raro me subió de las entrañas.
- ¡Puta! – grité.
Pues el diablo me sopló en el oído un pensamiento siniestro. Y fue así: la noche del crimen Rosa Cabarcas no debió tener tiempo ni serenidad para prevenir a la niña, y la policía la encontró en el cuarto, sola, menos de edad y sin coartada. Nadie igual a Rosa Cabarcas para una situación como aquélla: le vendió la virginidad de la niña a alguno de sus grandes cacaos a cambio de que a ella la sacaran limpia del crimen. Lo primero, claro, fue desaparecer mientras se aplacaba el escándalo. ¡Qué maravilla! Una luna de miel para tres, ellos dos en la cama, y Rosa Cabarcas en una terraza de lujo disfrutando de su impunidad feliz. Ciego de una furia insensata, fui reventando contra las paredes cada cosa del cuarto: las lámparas, el radio, el ventilador, los espejos, las jarras, los vasos. Lo hice sin prisa, pero sin pausas, con un grande estropicio y una embriaguez metódica que me salvó la vida. La niña dio un salto al primer estallido, pero no me miró, sino que se enroscó de espaldas a mí, y así permaneció con espasmos entrecortados hasta que cesó el estropicio. Las gallinas en el patio y los perros de la madrugada aumentaron el escándalo. Con la cegadora lucidez de la cólera tuve la inspiración final de prenderle fuego a la casa, cuando apareció en la puerta la figura impasible de Rosa Cabarcas en camisa de dormir. No dijo nada. Hizo con la vista el inventario del desastre y comprobó que la niña estaba enroscada sobre sí misma como un caracol y con la cabeza escondida entre los brazos: aterrada pero intacta.
- ¡Dios mío!- exclamó Rosa Cabarcas-. ¡Qué no hubiera dado yo por un amor como éste!
Me midió de cuerpo entero con una mirada de misericordia, y me ordenó: Vamos. Le seguí hasta la casa, me sirvió un vaso de agua en silencio, me hizo una seña de que me sentara frente a ella, y me puso en confesión. Bueno, me dijo, ahora pórtate como un adulto y cuéntame: ¿qué te pasa?
Le conté con lo que tenía como mi verdad revelada. Rosa Cabarcas me escuchó en silencio, sin asombro, y por fin pareció iluminada. Qué maravilla, dijo. Siempre he dicho que los celos saben más que la verdad. Y entonces me contó la realidad sin reservas. Em efecto, dijo, en su ofuscación de la noche del crimen, se había olvidado de la niña dormida en el cuarto. Uno de sus clientes, abogado del muerto, además, repartió prebendas y sobornos a cuatro manos, e invitó a Rosa Cabarcas a un hotel de reposo a Cartagena de las Indias, mientras se disipaba el escándalo. Créeme, dijo Rosa Cabarcas, que en todo este tiempo no dejé de pensar ni un momento en ti y en la niña. Volví antier y lo primero que hice fue llamarte por teléfono, pero nadie contestó. En cambio la niña vino enseguida, y en tan mal estado que te la bañé, te la vestí y te la mandé al salón de belleza con la orden de que la arreglaran como una reina. Ya viste cómo: perfecta. ¿La ropa de lujo? Son los trajes que es alquilo a mis pupilas más pobres cuando tienen que ir a bailar con sus clientes. ¿Las joyas? Son las mías, dijo: Basta con tocarlas para darse cuenta de que son diamantes de vidrio y estoperoles de hojalata. De modo que no jodas, concluyó: Anda, despiértala, pídele perdón, y hazte cargo de ella de una vez. Nadie merece ser más feliz que ustedes.
Hice un esfuerzo sobrenatural para creerle, pero pudo más el amor que la razón. ¡Putas!, le dije, atormentado por el fuego vivo que me abrasaba las entrañas. ¡Eso es lo que son ustedes!, grité: ¡Putas de mierda! No quiero saber nada más de ti, ni de ella. Le hice desde la puerta una señal de adiós para siempre. Rosa Cabarcas no lo dudó.
- Vete con Dios- me dijo con un rictus de tristeza, y volvió a su vida real-. De todos modos te pasaré la cuenta del desmadre que me hiciste en el cuarto.”

“Leyendo Los idus de marzo encontré una frase siniestra que el autor atribuye a Julio César: Es imposible no terminar siendo como los otros creen que uno es. No pude comprobar su verdadero origen en la propia obra de Julio César ni en las obras de sus biógrafos, desde Suetonio hasta Carcopino, pero valió la pena conocerla. Su fatalismo aplicado al curso de mi vida en los meses siguientes fue lo que me dio la determinación que me hacía falta no sólo para escribir esta memoria, sino para empezarla sin pudores con el amor de Delgadina.”
“[…] Ella me oyó el desahogo como si estuviera viviéndolo, lo rumió muy despacio, y por fin sonrió.
- Haz lo que quieras, pero no pierdas a esa criatura- me dijo-. No hay peor desgracia que morir solo.

[…]
Hoy miro para atrás, veo la fila de miles de hombres que pasaron por mis camas, y daría el alma por haberme quedado aunque fuera con el peor. Gracias a Dios, encontré a mi chino a tiempo. Es como estar casada con el dedo meñique, pero es sólo mío.
Me miró a los ojos, midió mi reacción a lo que acababa de contarme, y me dijo: Así que vete a buscar ahora mismo a esa pobre criatura aunque sea verdad lo que te dicen los celos, sea como sea, que lo bailado no te lo quita nadie. Pero eso sí, sin romanticismos de abuelo. Despiértala, tíratela hasta por las orejas con esa pinga de burro con que te premió el diablo por tu cobardía y tu mezquindad. En serio, terminó con el alma: no te vayas a morir sin probar la maravilla de tirar con amor.”
“Cuando por fin logré abrirme camino empapado de sudor a través de los abrazos y las fotos, en encontré de manos a boca con Ximena Ortiz, como una diosa de cien años en la silla de ruedas. […] He soñado durante años con este momento, le dije. Ella no pareció entender. ¡No me digas!, dijo. ¿Y tú quién eres? No supe nunca si en verdad lo había olvidado o si fue la venganza final de su vida.”
“- Ay mi sabio triste, está bien que estés viejo, pero no pendejo- dijo Rosa Cabarcas muerta de risa-. Esa pobre criatura está lela de amor por ti.”

miércoles, 21 de agosto de 2013

Vacas, cerdos, guerras y brujas - Marvin Harris

- El macho salvaje

“El infanticidio femenino es una manifestación de la supremacía del varón. […] Me inclino hacia el punto de vista del movimiento de liberación de la mujer que sostiene que la “anatomía no es el destino”, dando a entender que la diferencias sexuales innatas no pueden explicar la distribución desigual de privilegios y poderes entre hombres y mujeres. […]
Somos la especie más peligrosa del mundo, no porque tengamos los dientes más grandes, las garras más afiladas, los aguijones más venenosos o la piel más gruesa, sino porque sabemos cómo proveernos de instrumentos y armas mortíferas que cumplen las funciones de dientes, garras, aguijones y piel con más eficacia que cualquier simple mecanismo anatómico. Nuestra principal forma de adaptación biológica es la cultura, no la anatomía.”

“Las mujeres controlan la crianza, y gracias a ello pueden modificar potencialmente cualquier estilo de vida que las amenace. […] Tienen el poder de sabotear la “masculinidad” de los varones. […] Dios sería llamado ELLA, y finalmente, esperaría que la forma de matrimonio ideal y más prestigioso sería la poliandria, en la cual una sola mujer controla los servicios sexuales y económicos de varios hombres”.

“Friedrich Engels, creía que las sociedades modernas habían pasado por una fase de matriarcado en la cual la filiación se trazaba exclusivamente por la línea femenina y en la que las mujeres dominaban políticamente a los hombres. En la actualidad, muchos movimientos de liberación de la mujer continúan creyendo en este mito y en sus consecuencias. Probablemente, los varones subordinados rechazaron y derrocaron a las matriarcas, y les arrebataron sus armas, estando entonces conspirando para explotar y degradar al sexo femenino. […] Hay un planteamiento incorrecto en esta teoría: nadie ha podido demostrar jamás un solo caso que fuera representativo del verdadero matriarcado.”

“Para comprender la relación existente entre machismo y guerra es mejor que examinemos los estilos de vida de un grupo específico de sexistas militares primitivos. He elegido a los yanomamo, un grupo tribal de unos 10000 amerindios que habita en la frontera entre Brasil y Venezuela. Napoleon Chagnon, profesor de la Universidad Estatal de Pensilvania y principal etnógrafo de los yanomamo, los ha denominado “el pueblo feroz”. […] El varón yanomamo típico alcanza la madurez con el cuerpo cubierto de heridas y cicatrices como consecuencia de innumerables peleas, duelos e incursiones militares. Aunque desprecian mucho a las mujeres, los hombres yanomamo siempre están peleándose por actos reales o imaginarios de adulterio y por promesas incumplidas de proporcionar esposas. También el cuerpo de las mujeres yanomamo se halla cubierto de cicatrices, la mayor parte de ellas producto de encuentros violentos con seductores, violadores y maridos. Ninguna mujer yanomamo escapa a la tutela brutal del típico esposo-guerrero yanomamo, fácilmente encolerizable y aficionado a las drogas. Todos los hombres yanomamo abusan físicamente de sus esposas. Los esposos amables sólo las magullan y mutilan; los feroces, las hieren y matan.
Un modo favorito de intimidar a la esposa es tirar de los palos de caña que las mujeres llevan a modo de pendientes en los lóbulos de las orejas. Un marido irritado puede tirar con tanta fuerza que el lóbulo se desgarra. Durante el trabajo de campo de Chagnon, un hombre que sospechaba que su mujer había cometido adulterio fue más lejos y le cortó las dos orejas. En una aldea cercana, otro marido arrancó un trozo de carne del brazo de su mujer con un machete. Los hombres esperan que sus esposas les sirvan, a ellos y a sus huéspedes, y respondan con prontitud y sin protestar a todas sus exigencias. Si una mujer no obedece con bastante prontitud, su marido le puede pegar con un leño, asestarle un golpe con un machete o aplicar una brasa incandescente en su brazo. Si un marido está realmente encolerizado, puede disparar una flecha con lengüeta contra las pantorrillas o nalgas de su esposa. […] Un hombre llamado Paruriwa, furioso porque su mujer tardaba mucho en complacerle, cogió un hacha y la intentó golpear con ella. Su mujer esquivó el golpe y se alejó gritando. Paruriwa le arrojó el hacha, que pasó silbando junto a su cabeza. Entonces la persiguió con su machete y logró desgarrarle la mano antes de que pudiera intervenir el jefe de la aldea. […] Chagnon piensa que algo de esto tiene que ver con la necesidad sentida por los hombres de demostrarse unos a otros que son capaces de matar.”


“Hasta los parientes próximos recurren con frecuencia a combates armados para resolver sus disputas. Chagnon observó por lo menos un encuentro entre un padre y su hijo. El joven se había comido algunas bananas que su padre había colgado para que maduraran. Cuando se descubrió el hurto, el padre se enfureció, arrancó un palo de los cabrios de su casa y golpeó violentamente la cabeza de su hijo. Éste arrancó otro con el que atacó a su padre. En un momento, toda la gente de la aldea había tomado partido y se asestaban golpes los unos a los otros.”

“Emboscadas, festines traicioneros e incursiones furtivas al amaneces constituyen las modalidades características de la guerra de los yanomamo. Una vez que sobrepasan la fase de jactancia y duelos, su objetivo es matar tantos hombres enemigos y capturar tantas mujeres enemigas como sea posible, sin sufrir ellos ninguna baja. […]
La captura de mujeres durante las incursiones sobre aldeas enemigas es uno de los principales objetivos de la guerra de los yanomamo. Tan pronto como un grupo realiza con éxito una incursión y se siente a salvo de la persecución, los guerreros violan en grupo a las mujeres cautivas. Cuando regresan a su aldea, entregan las mujeres a los hombres que han permanecido en sus hogares; éstos las vuelven a violar en grupo. Después de muchos regateos y discusiones, los incursores asignan las mujeres cautivas como esposas a guerreros particulares. Una de las historias más aterradoras sobre los yanomamo es la relatada por Elena Valero, una mujer brasileña capturada por un grupo incursor cuando tenía 10 años. Poco después, los hombres que la habían capturado comenzaron a pelearse entre sí. Una facción aplastó a la otra, mató a todos los niños pequeños golpeando sus cabezas contra las piedras y se llevaron a las mujeres supervivientes a sus hogares. Elena Valero pasó la mayor parte del resto de su infancia y juventud huyendo de un grupo de incursores para ser capturada por otro, volviendo a huir de éste, ocultándose de sus perseguidores en la jungla, y volviendo a ser capturada y asignada a diferentes maridos. Resultó herida dos veces por flechas con puntas envenenadas con curare, y tuvo varios hijos antes de lograr huir finalmente a un centro misionero situado en el río Orinoco.”

“En la actualidad, los yanomamo exhiben signos inequívocos de su reciente estilo de vida como indios “pie”. No saben cómo construir las canoas o remar con pagayas, aunque sus principales asentamientos se ubican en orillas o cerca de los ríos Orinoco y Mavaca. Pescan poco, aunque estas aguas son habitualmente ricas en peces y animales marinos. No sabe cómo fabricar pucheros de cocinar, aunque los plátanos se preparan mejor cociéndolos. Y finalmente, no saben cómo manufacturar hachas de piedra, aunque en la actualidad dependen de las hachas de acero para plantar sus huertos de plátanos.”

“Los yanomamo “se han comido el bosque” - no sus árboles, sino sus animales – y están sufriendo las consecuencias en forma de intensificación de la guerra, traición e infanticidio, y una brutal vida sexual. […] El hambre de carne es un tema constante en el canto y la poesía de los yanomamo, y la carne es foco de sus festines. Según relató Elena Valero, uno de los pocos medios de que dispone una mujer para poder humillar a un hombre era quejarse de su pobre actuación como cazador. Los cazadores yanomamo deben alejarse cada vez más de las aldeas para no volver con las manos vacías. Son necesarias expediciones de 10 o 12 días para retornar con cantidades importantes de grandes animales. […] La razón práctica y mundana para matar y descuidar sistemáticamente a más niñas que niños no puede consistir sencillamente en que los hombres obligan a las mujeres a hacerlo […]. Pienso que la respuesta tiene que ver con el problema de adiestrar a los seres humanos a ser despiadados y feroces. A mi modo de ver, hay dos estrategias clásicas que utilizan las sociedades para hacer a la gente cruel. Una es estimular la crueldad ofreciendo alimentos, confort y salud corporal como recompensa a las personalidades más crueles. La otra consiste en otorgarles los mayores privilegios y recompensas sexuales. De estas dos estrategias, la segunda es la más eficaz. […] El sexo es el mejor refuerzo para condicionar personalidades crueles, puesto que la privación sexual aumenta en lugar de disminuir la capacidad de lucha.”

“El mito de la mujer maternal, tierna, pasiva por instinto, es simplemente un eco creado por la mitología machista concerniente a la crueldad instintiva de los hombres. […] Uno u otro sexo debe ser adiestrado a ser dominante. Ambos no pueden serlo a la vez. Embrutecer a ambos equivaldría a provocar una guerra declarada entre los dos sexos.”




- El potlatch

“A principios del siglo actual, los antropólogos se quedaron sorprendidos al descubrir que ciertas tribus primitivas practicaban un consumo y un despilfarro conspicuos que no encontraban parangón ni siquiera en la más despilfarradora de las modernas economías de consumo. Hombres ambiciosos, sedientos de estatus, competían entre sí por la aprobación social dando grandes festines. Los donantes rivales de estos festines se juzgaban unos a otros por la cantidad de comida que eran capaces de suministrar, y un festín tenía éxito sólo si los huéspedes podían comer hasta quedarse estupefactos, salir tambaleándose de la casa, meter sus dedos en la garganta, vomitar, y volver en busca de más comida.
El caso más extraño de búsqueda de estatus se descubrió entre los amerindios que en tiempos pasados habitaban las regiones costeras del sur de Alaska, la Columbia Británica y el actual estado de Washington. Aquí, los buscadores de estatus practicaban lo que parece ser una forma maniaca de consumo y despilfarro conspicuos conocida como potlatch. El objeto del potlatch era donar o destruir más riqueza que el rival. Si el donante del potlatch era un jefe poderoso, podía intentar avergonzar a sus rivales y alcanzar admiración eterna entre sus seguidores destruyendo alimentos, ropas y dinero. A veces llegaba incluso a buscar prestigio quemando su propia casa.”


“Un jefe kwakiutl nunca estaba satisfecho con el respeto que le dispensaban sus propios seguidores y jefes vecinos. Siempre estaba inseguro de su estatus. Es verdad que los títulos de la familia que reivindicaba pertenecían a sus antepasados, pero había otras gentes que podían trazar la filiación desde los mismos antepasados y que tenían derecho a rivalizar con él por el reconocimiento como jefe. Por tanto, todo jefe se creía en la obligación de justificar y validar sus pretensiones a la jefatura, y la manera prescrita de hacerlo era celebrar potlatches. Éstos eran ofrecidos por un jefe anfitrión y sus seguidores en honor de otro jefe, que asistía en calidad de huésped, y sus seguidores. El objeto del potlatch era demostrar que el jefe anfitrión tenía realmente derecho a sus estatus y que era más magnánimo que el huésped. Para ello, donaba al jefe rival y a sus seguidores una gran cantidad de valiosos regalos. Los huéspedes menospreciaban lo que recibían y prometían dar a cambio un nuevo potlatch en el cual su propio jefe demostraría que era más importante que el anfitrión, devolviendo cantidades todavía mayores de regalos de más valor.”

“Según Ruth Benedict, el anhelo de estatus de los jefes kwakiutl era la causa de los potlatch. “Juzgados por las pautas de otras culturas – escribía -, los discursos de sus jefes son pura megalomanía. El objeto de todas las empresas de los kwakiutl era mostrarse superior a los rivales.” Según su opinión, todo el sistema económico aborigen del noreste Pacífico “estaba al servicio de esta obsesión””.

“El potlatch era un medio de comunicar a sus rivales que o igualaban sus logros o se debían callar”.

“Los “grandes hombres” como Atana o los jefes kwakiutl llevan a cabo una forma de intercambio económico conocida como redistribución. Es decir, reúnen los resultados del esfuerzo productivo de muchos individuos y después redistribuyen la riqueza acumulada en cantidades diferentes entre un grupo distinto de personas. “

“En las sociedades realmente igualitarias que han sobrevivido el tiempo suficiente para ser estudiadas por los antropólogos, no aparece la redistribución en forma de donación de festines competitivos. En vez de ello, predomina la forma de intercambio conocida como “reciprocidad”. La reciprocidad es el término técnico para un intercambio económico que tiene lugar entre dos individuos, en el que ninguno especifica con precisión qué es lo que espera como recompensa ni cuándo lo espera.”


“Entre los semai de Malasia central nadie expresa nunca gratitud por la carne que un cazador distribuye en partes exactamente iguales entre sus compañeros. Robert Dentan, quien ha vivido con los semai, descubrió que dar las gracias era de muy mala educación, ya que sugería o bien que uno calculaba el tamaño del trozo de carne recibido, o bien que se mostraba sorprendido por el éxito y generosidad del cazador.”

“Los esquimales explicaban su temor a los donantes de regalos demasiado jactanciosos y generosos con el proverbio: “Los regalos hacen esclavos como los latigazos hacen perros”. Y esto es exactamente lo que sucedió.”

“La redistribución comenzó a aparecer a medida que el trabajo requerido para mantener un equilibrio recíproco con productores muy celosos y sedientos de prestigio fue aumentando. […] Por ejemplo, tras la aparición del capitalismo en la Europa occidental, la adquisición competitiva de riqueza se convirtió una vez más en el criterio fundamental para alcanzar el estatus de “gran hombre”. Sólo que, en este caso, los “grandes hombres” intentaban arrebatarse la riqueza unos a otros, y se otorgaba mayor prestigio y poder al individuo que lograba acumular y sostener la mayor fortuna. Durante los primeros años del capitalismo se confería el mayor prestigio a los que eran más ricos pero vivían más frugalmente. Más adelante, cuando sus fortunas se hicieron más seguras, la clase alta capitalista recurrió al consumo y el despilfarro conspicuos en gran escala para impresionar a sus rivales. Construían grandes mansiones, se vestían con elegancia exclusiva, se adornaban con joyas enormes y hablaban con desprecio de las masas empobrecidas. Entre tanto, las clases media y baja continuaban asignando el mayor prestigio a los que trabajaban más, gastaban menos y se oponían con sobriedad a cualquier forma de consumo y despilfarro conspicuos. Pero como el crecimiento de la capacidad industrial comenzaba a saturar el mercado de los consumidores, había que desarraigar a las clases media y baja de sus hábitos vulgares. La publicidad y los medios de comunicación de masas aunaron fuerzas para inducir a estas clases a dejar de ahorrar y a comprar, consumir y gastar o despilfarrar cantidades de bienes y servicios cada vez mayores. De ahí que los buscadores de estatus de la clase media confirieran el prestigio más alto al consumidor más importante y más conspicuo.”

- El cargo fantasma

“Uno de los primeros europeos que visitó la costa Madang fue un explorador ruso del siglo XIX, llamado Miklouho-Maclay. Tan pronto como el buque ancló en tierra, sus hombres empezaron a distribuir como regalos hachas de acero, rollos de tela y otros objetos de valor. Los nativos decidieron que los hombres blancos eran sus antepasados. Los europeos cultivaron deliberadamente esta imagen no permitiendo nunca que los nativos presenciaran la muerte de un hombre blanco: solían arrojar en secretos sus cuerpos al mar y explicaban que los hombres desaparecidos habían vuelto al cielo.”

“Desde entonces, los nativos celebraron reuniones en las que acordaron que era poco práctico una nueva resistencia armada. Evidentemente, los misioneros conocían el secreto del cargo, así que lo único que los indígenas tenían que hacer era obtener la información de ellos. Los nativos acudieron en tropel a las iglesias y escuelas de la misión, convirtiéndose en cristianos entusiastas y cooperadores. Prestaron gran atención a la siguiente historia: al principio, Dios, llamado Anus en la mitología nativa, creó el cielo y la tierra. Anus dio a Adán y Eva un paraíso repleto de cargo: todas las carnes enlatadas, instrumentos de acero, arroz en bolsas y cerillas que podían utilizar. Cuando Adán y Eva descubrieron el sexo, Anus les arrebató el cargo y envió el diluvio. Anus enseñó a Noé cómo construir un enorme buque de vapor de madera y le nombró su capitán. Sem y Jafet obedecieron a Noé, su padre, pero Cam era estúpido y le desobedeció. Noé le quitó el cargo a Cam y lo envió a Nueva Guinea. Después de haber vivido durante años en la ignorancia y las tinieblas, Anus se apiadó de los hijos de Cam y mandó misioneros para reparar el error de éste, diciendo: “Debéis persuadir a sus descendientes para que vuelvan a mis caminos. Cuando me sigan de nuevo les enviaré el cargo de la misma manera que ahora se lo envío a los hombres blancos”.”

“Un líder del culto llamado Tagarab anunció que los misioneros siempre les habían estado engañando. Jesús era un Dios sin importancia, y el verdadero- el dios del cargo – era una deidad nativa conocida como Kilibob. Los misioneros habían logrado que los nativos rezaran a Anus. Pero Anus era un ser humano ordinario que sólo era el padre de Kilibob, quien a su vez era el padre de Jesús. Kilibon estaba a punto de castigar a los blancos por su perfidia.”

“Cuando la situación militar se deterioró, los japoneses cesaron de pagar los alimentos o el trabajo. Tagarab, que portaba su espada de samurái, protestó, así que fue fusilado. Los “antepasados” empezaron a saquear los huertos de los nativos, los cocotales y las plantaciones de bananas y de caña de azúcar. Robaron hasta el último pollo y cerdo. Después se lanzaron sobre los perros y se los comieron, y cuando se acabaron los perros, cazaron a los nativos y también se los comieron.”

“El cargo era el precio de la lucha por los recursos naturales y humanos de un territorio insular. Cada fragmento de misticismo salvaje se emparejaba con un fragmento de rapacidad civilizada, y la totalidad estaba firmemente fundada en sólidos castigos y recompensas en vez de fantasmas.”



- Mesías:
“Tras la aniquilación de sus seguidores en el asedio de Jotapata, Josefo se rindió y fue conducido ante Vespasiano, general romano, y el hijo de éste, Tito. Josefo [uno de los grandes historiadores del mundo antiguo, autor de La guerra de los judíos y Antigüedades judaicas] anunció que Vespasiano era el mesías que habían estado esperando los judíos, y que tanto Vespasiano como Tito serían emperadores de Roma. En efecto, Vespasiano llegó a ser emperador en el año 69 d.C. y como recompensa por sus palabras proféticas Josefo fue conducido a Roma como parte del séquito del nuevo emperador. Se le otorgó la ciudadanía romana, un aposento en el palacio imperial y una pensión vitalicia en base a la renta de fincas que los romanos habían confiscado como botín de la guerra en Palestina.”

“Durante la fiesta de Pascua en el año 50 d.C., un soldado romano levantó su túnica y se tiró un pedo hacia la multitud de peregrinos y adoradores del templo. Josefo escribe que “los jóvenes más impulsivos y los grupos alborotadores por naturaleza de la multitud se precipitaron hacia la batalla”. Se requirió la presencia de la infantería pesada romana, lo que provocó un pánico gigantesco en el que, según Josefo, murieron pisoteadas 30000 personas (algunos dicen que probablemente eran 3000). El ataque de Jesús contra el templo había coincidido con la peregrinación de Pascua del año 33. Como veremos, la preocupación ante la reacción de las masas de peregrinos como las que perecieron en el pánico del año 50, hizo que las autoridades judías y romanas esperaran la caída de la noche para detener a Jesús.”
“En síntesis: entre los años 40 a.C. y 73 d.C., Josefo menciona por lo menos cinco mesías militares judíos, sin incluir a Jesús o Juan el Bautista. Éstos son: Atrongeo, Teudas, el anónimo “canalla” ejecutado por Félix, el “falso profeta” egipcio judío y Manahem. Pero Josefo alude repetidas veces a otros mesías o profetas de mesías que no se molestan en nombrar o describir. Por añadidura, parece muy probable que el linaje entero de guerrilleros-bandidos zelotes descendientes de Ezequías a través de Judas de Galilea, Manahem y Eleazar, fuera considerado mesías o profetas de mesías por muchos de sus seguidores. En otras palabras, en la época de Jesús, había tantos mesías en Palestina como en la actualidad hay profetas del cargo en los Mares del Sur.”
“La revolución judía contra Roma fue provocada por las desigualdades del colonialismo romano, no por el mesianismo militar judío. No podemos juzgar a los romanos como “más prácticos” o “realistas” simplemente porque fueran los vencedores. Ambas partes emprendieron la guerra por razones prácticas y mundanas. Supongamos de George Washington hubiera perdido la Guerra de la Independencia americana. ¿Tendríamos entonces que concluir que el Ejército Continental fue víctima de una conciencia de estilo de vida irracional entregada a la quimera llamada “libertad”?”

- El secreto del Príncipe de la Paz
“Los Evangelios también indican que algunos discípulos llevaban espadas y estaban dispuestos a oponer resistencia a la detención. Justo antes de ser detenido, Jesús dijo: “El que no tenga espada, que venda su manto y se compre una”. Esto movió a los discípulos a mostrarle dos espadas, lo que indica que al menos dos de ellos no sólo estaban armados habitualmente, sino que habían ocultado sus espadas bajo sus ropas… como los hombres de puñal.”

- La gran locura de las brujas
“Uno de estos predicadores, el hermano Arnoldo, dijo en Suabia que Cristo volvería en el año 1260 y confirmaría el hecho de que el Papa era el Anticristo, y el clero los “miembros” del Anticristo. Todos ellos serían condenados por vivir en el lujo y explotar y oprimir al pobre. Federico II confiscaría entonces la gran riqueza de Roma y la distribuiría entre los pobres, los únicos cristianos verdaderos.”

viernes, 12 de julio de 2013

Agamenón - Esquilo

Tengo enfermos mis ojos, que hasta tan tarde vigilaban, de llorar por la llama mensajera de tu vuelta, que nunca era encendida.

martes, 2 de julio de 2013

Sensibilidad y odio

Soy sensibilidad y soy odio.
Misantropía extrema, con la excepción de muy pocos
a quienes ni siquiera conozco.
Soy sensibilidad porque veo
lo que la gente siente cuando tiene un deseo puro
y verdadero.
Soy odio porque veo la injusticia de los falsos hados
que organizan un reparto
que no es equitativo.
No creo que pueda vivir mucho en un mundo como este.
Aún más si no tengo la opción de retirarme.
Soy sensibilidad y soy odio.
Pero más odio, porque todos odian más que aman, aunque no lo crean.
Psiquiátrico o suicidio, eso es todo.

miércoles, 19 de junio de 2013

La mujer en Esparta

La mujer espartana ha sido considerada una de las mujeres más libres del mundo clásico. El hecho es que por una parte, sí que es cierto que la mujer ateniense no solía actuar de una manera tan independiente como la mujer espartana, aunque el verdadero motivo era la ocupación de sus maridos: Una espartana pasaba la mayor parte de su tiempo sola, pues sus maridos tenían que acudir hasta los sesenta años a las sysytias, comidas en su cuartel militar. Para entender mejor la mentalidad de la espartana, podemos remontarnos a una anécdota que recogió el historiador Plutarco: Una mujer ateniense le preguntó a otra lacedemonia, (que apunta a ser la reina Gorgo, según Plutarco): "¿Cómo es que vosotras la espartanas sois las únicas que dais órdenes a los hombres?". A lo que la espartana le respondió: "Porque somos las únicas que parimos hombres de verdad.”
Lo mismo ocurría no sólo con sus maridos, sino también con sus hijos, pues, cuando partían a la guerra, les recordaban que volvieran o con su escudo, o sobre él, es decir, que debían ser altamente valientes sin importarles su muerte.
Resumiendo, nos encontramos en una sociedad en la cual la mujer podía acceder una educación muy similar a la del varón hasta los siete años, las thiasas, donde establecían una grata relación con sus profesoras, como lo fue la poetisa Safo. Estudiaban gimnasia, unos mínimos estudios humanistas, música y se ejercitaban con un “peplo dorio” o totalmente desnudas junto con los hombres. Se alimentaban bien y no se abstenían del vino, por el contrario, las atenienses se sometían a unas parcas comidas y se abstenían del vino, motivo por el cual Jenofonte sostiene en su obra La constitución de los lacedemonios que nunca engendrarían las mujeres atenienses a seres grandiosos. Contraían matrimonio alrededor de los 20 años, y la finalidad de sus uniones eran básicamente reproductivas: engendrar seres fuertes que siguiesen con la tradición doria. El enlace, llamado “el rapto” remonta al antiguo mito del rapo de Hera por Zeus en Eubea. Después, en su primera unión marital, la joven se vestía con atuendos masculinos, según algunas interpretaciones, para que su marido, acostumbrado a vivir entre hombres, no se traumatizara al ver el cuerpo de una mujer, según otras, porque esto remitía a una visión andrógina de perfección. Durante los primeros meses de su enlace, los encuentros eran preparados por las esposas, y tenían lugar de manera clandestina, para así forzar el deseo del encuentro y “permitir que los hijos resultantes de cada encuentro sexual fueran más fuertes y estuviesen mejor creados”. Después, eran ellas las que educaban a sus hijos, los futuros espartiatas, hasta los siete años, según la educación que ellas habían recibido. En cuanto a la relación entre los cónyuges, el adulterio no estaba penalizado con la finalidad de que los hombres siempre tuviesen herederos de su klerós, porción de tierra otorgada por el estado. También las mujeres podían poseer tierras, acudir a espectáculos religiosos, participar en los juegos olímpicos… y, de hecho, nunca un hombre se sintió avergonzado de ser vencido por una mujer.
La sociedad espartana atribuía también cierta sentimentalidad más elevada en las mujeres que en los hombres, y a pesar de que no plasma exactamente la realidad histórica espartana el autor Pressfield, en su obra Puertas de fuego, sí que plasma en la figura de Leónidas este lado más humano de los espartanos, que, ante su partida a las Termópilas, reflexiona sobre que las heridas de los hombres son físicas y pueden soportarse, mientras que las tristeza que aflige a las mujeres por la partida a la guerra de sus maridos y sus hijos es muy superior al dolor físico. Un claro ejemplo de mujer espartana se recoge en la figura de la reina Gorgo, la única en ser hija de rey (Cleómenes I), esposa de rey (Leónidas I) y madre de rey. A pesar de que las mujeres, al igual que sucedía en Atenas, no podían intervenir en la vida política, ella se dio a conocer por el hecho de advertir a su padre y a su esposo en cuestiones cruciales en la vida política lacedemonia.

Respecto a la mujer, tanto ateniense como espartana, recoge su visión el autor latino Cornelio Nepote, en el siguiente pasaje, en el cual las compara con las mujeres romanas: quem enim Romanorum pudet uxorem ducere in convivium? Aut cuius non mater familias primum locum tenet aedium atque in celebritate versatur? Quod multo aliter in Graecia. Nam neque in convivium adhibetur nisi propinquorum, neque sedet nisi in interiore parte aedium, quae gynaeconitis apellatur, quo nemo accedit nisi propinqua cognatione coniunctus. (“¿A qué romano, pues, le da vergüenza llevar a un banquete a su esposa? ¿O, su « mater familias » no ocupa el primer lugar de la casa y además está versada en la fama ? Esto ocurre de manera muy distinta en Grecia. Y el caso es que no se la lleva a un banquete a no ser que (sea) de los parientes, ni permanece sentada a no ser que (sea) en la parte interior de la casa, la cual se llama gineceo, a donde nadie se acerca a no ser que esté unido por un parentesco cercano »).

lunes, 20 de mayo de 2013

Garcilaso de la Vega - Apolo y Dafne

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que al oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
el árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño!
¡Que con lloralla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!

Introducción "Memoria de mis putas tristes", G.G. Márquez

El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor con una adolescente virgen.

Esto es algo nuevo para mí. Yo era ignorante de las artes de la seducción y había elegido siempre a mi novia por una noche al azar, más por su precio de sus encantos, y habíamos hecho el amor sin amor, a medio vestir la mayor parte del tiempo y siempre en la oscuridad, por lo que podríamos imaginarnos a nosotros mismos como mejores de lo que se ... Esa noche descubrí el placer inverosímil de contemplar el cuerpo de una mujer dormida sin las urgencias del deseo o los obstáculos de la modestia.
Es un triunfo de la vida que las personas de edad pierden la memoria de las cosas no esenciales.
No se masturban con el tiempo, el tiempo es una herramienta que talla lejos nuestro exceso, como un cincel chips de distancia de mármol para mostrar una obra de arte.
Nunca he ido a la cama con una mujer que no pagó ... el momento en que tenía cincuenta hubo 514 mujeres con las que yo había estado al menos una vez ... Mi vida pública, en cambio, carecía de interés: los dos padres muertos, un soltero sin futuro, un periodista mediocre ... y un favorito de los caricaturistas por mi fealdad ejemplar.

martes, 14 de mayo de 2013

El viejo y la mar - Hemingway

- El pez es también mi amigo - dijo en voz alta -. Jamás he visto un pez así, ni he oído hablar de él. Pero tengo que matarlo. Me alegro de que no tengamos que tratar de matar las estrellas. Imagínate que cada día tuviera uno que tratar de matar la luna - pensó -. La luna se escapa. ¡Pero imagínate que tuviera uno que tratar diariamente de matar el Sol! Nacimos con suerte, pensó.



Allá arriba, junto al camino, en su cabaña, el viejo dormía nuevamente. Todavía dormía de bruces y el muchacho estaba sentado a su lado contemplándolo. El viejo soñaba con los leones marinos.

lunes, 13 de mayo de 2013

El viejo y la mar - Hemingway

Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y éstos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos.


¿Por qué habrán hecho pájaros tan delicados y tan finos como esas golondrinas de mar cuando el océano es capaz de tanta crueldad? El mar es dulce y hermoso. Pero puede ser cruel, y se encoleriza tan súbitamente, y esos pájaros vuelan picando y cazando, con sus tristes vocecillas son demasiado delicados para la mar.
Decía siempre la mar. Así es como le dicen en español cuando la quieren. A veces, los que la quieren hablan mal de ella, pero lo hacen siempre como si fuera una mujer. Algunos de los pescadores más jóvenes, los que usaban boyas y flotadores para sus sedales y tenían botes de motor comprados cuando los hígados de tiburón se cotizaban altos, empleaban el artículo masculino, le llamaban el mar. Hablaban del mar como de un contendiente o un lugar, o aun un enemigo. Pero el viejo lo concebía siempre como perteneciente al género femenino o como algo que concedía o negaba grandes valores, y si hacía cosas perversas y terribles era porque no podia remediarlo. La luna, pensaba, le afecta lo mismo que a una mujer.

sábado, 11 de mayo de 2013

El mundo de Odiseo - Finley

En los siglos sucesivos se desplegó el milagro que fue Grecia. Al haber Homero convertido a los dioses en hombres, el hombre aprendió a conocerse a sí mismo.

viernes, 10 de mayo de 2013

Compendium

- He estado viviendo para ver si conseguía ser digno de ti.

- Nunca sería capaz de decir nada malo de ti.

- A diferencia del 99% de los casos, en lo cuales el acto sexual es meramente banal, esta sería una excepción, sería una experiencia mística que directamente me trasladaría a la Arcadia de Virgilio. Y el salir de la Arcadia sólo tiene un precio, el olvido.


y más cosas

lunes, 29 de abril de 2013

Eneida - V. LIBRO VI [descensus ad inferos]

Eneas se encuentra con Dido en el Hades:
'infelix Dido, uerus mihi nuntius ergo
uenerat exstinctam ferroque extrema secutam?
funeris heu tibi causa fui? per sidera iuro,
per superos et si qua fides tellure sub ima est,
460 inuitus, regina, tuo de litore cessi.
sed me iussa deum, quae nunc has ire per umbras,
per loca senta situ cogunt noctemque profundam,
imperiis egere suis; nec credere quiui
hunc tantum tibi me discessu ferre dolorem.
465 siste gradum teque aspectu ne subtrahe nostro.
quem fugis? extremum fato quod te adloquor hoc est.'


"¡Oh desventurada Dido! ¡Conque, fue verdad la nueva de tu desastre, y tú misma te traspasaste el pecho con una espada! ¿Y fui yo ¡Oh dolor! causa de tu muerte? Juro por los astros y por los númenes celestiales y por los del Averno, si alguna fe merecen también,
que muy a pesar mío dejé ¡Oh Reina! tus riberas. La voluntad de los dioses, que ahora me obliga a penetrar por estas sombras y a recorrer estos sitios, llenos de horror y de una profunda noche, me forzó a abandonarte, y nunca pude imaginar que mi partida te causase tan gran dolor.
Detén el paso y no te sustraigas a mi vista. ¿De quién huyes? ¡esta es la postrera vez que los hados me consienten hablarte!"

domingo, 28 de abril de 2013

El Proceso - F. Kafka

Se inicia: "Alguien debió de haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo, fueron a detenerlo una mañana"
y acaba el pobre K. sin saber el por qué es detenido, pero casi convencido de que es culpable.
Otra distopía de las que me gustan.

[El proceso forma parte de la columna vertebral de la literatura moderna, contemporáneo de Ulises de Joyce, La montaña mágica de Mann o Viaje al fin de la noche de Céline. Representa un avance técnico importante en la novela contemporánea, en cuanto a narración, construcción de personajes y posicionamiento de temas e identidades universales. Se le ha considerado en ocasiones como una obra política de orientación anarquista, como una obra filosófica existencialista y otra serie de tópicos que parecen quedarle cortos. Los existencialistas le rinden homenaje y la toman por puntal de inicio de su movimiento; así, La peste de Albert Camus, es un homenaje oblicuo a la novela de Kafka, por ejemplo. Wikipedia]

sábado, 27 de abril de 2013

El proceso - F. Kafka

Mientras, él mismo iba reuniendo las palabras que necesitaba; buscaba en el diccionario,se ejercitaba en su pronunciación y finalmente intentaba aprenderlas de memoria. Pero le parecía haber perdido completamente la buena memoria que tenía antes. Más de una vez se sentía tan enfurecido con el italiano, que era la causa de tal esfuerzo, que enterró el diccionario bajo montones de papeles, con la firme intención de no prepararse más. Pero después se daba cuenta de que no podía recorrer las obras de arte de la catedral en compañía del italiano sin decir una sola palabra; entonces volvía a sacar el diccionario, aún más furioso que antes.

Y eso que no conocía el griego, digo yo.

lunes, 22 de abril de 2013

La república de los lacedemonios - Jenofonte

El oro y la plata se buscaban y, si aparece algo en algún sitio, su poseedor es multado. Así pues, ¿cómo podría haber interés por el dinero allí donde su posesión proporcionaba más pesares que placeres su uso?

domingo, 21 de abril de 2013

Leónidas de Esparta

El mundo sabrá que unos hombres libres se enfrentaron a un tirano, que unos pocos se enfrentaron a muchos y sabrá que antes de que acabe la batalla incluso un gran rey puede sangrar.

El proceso - F. Kafka

- Usted pertenece a la sociedad que yo debo combatir, pero se encuentra cómoda en ella, ama incluso al estudiante, y, si no le ama, lo prefiere al menos a su marido. Así podía deducirse claramente de sus palabras.
- ¡No!- gritó ella, y permaneció sentada y cogió la mano de K., que éste no pudo retirar lo bastante deprisa.- No puede irse ahora, no puede dejarme con un juicio falso sobre mí! ¿Sería realmente capaz de irse ahora? ¿Tan poco valgo que ni siquiera usted desea hacerme el favor de quedarse un ratito más?


Pero esta era precisamente la explicación que no quería dar, sobre todo porque no correspondía a la verdad, ya que sólo había venido a curiosear, o bien - lo que aún resultaba más inverosímil como explicación- movido por el deseo de comprobar que el interior del tribunal era tan repugnante como su exterior. Y sin duda parecía tener razón al suponerlo así.



- Puede que ninguno de nosotros tenga mal corazón, quizá nos gustaría ayudar a todo el mundo, pero, como funcionarios del tribunal, podemos causar fácilmente la impresión de que tenemos mal corazón y no queremos ayudar a nadie. Esto es, justamente, lo que más me hace sufrir.

miércoles, 17 de abril de 2013

El proceso - F. Kafka

Cuando, al llegar a este punto, K. se interrumpió y miró al silencioso juez de instrucción, creyó advertir que éste estaba precisamente haciendo una seña con la vista a alguien que se hallaba entre la multitud. K. sonrió y dijo: "Ahora mismo, junto a mí, el señor juez de instrucción está haciendo a alguno una seña secreta. O sea que, entre ustedes, hay gente dirigida desde aquí arriba. No sé si esta seña estaba destinada a provocar aplausos o silbidos, y, puesto que la he descubierto prematuramente, tengo plena conciencia de que con ello renuncio a comprender el significado de la señal. Esto es para mí del todo indiferente, y concedo al señor Juez de instrucción plenos poderes para dar órdenes a los empleados a sueldo que tiene ahí abajo y para que no lo haga con señales secretas, sino con palabras bien claras; que diga unas veces ¡silbad! y otras veces ¡aplaudid!




Todos formaban un único grupo, tanto los del bando de la derecha como los de la izquierda, aparentemente opuestos, y, cuando se volvió de pronto, vio la misma imagen insignia en la solapa del juez de instrucción, el cual, con las manos en el regazo, miraba tranquilamente alrededor.
- ¡Ah, muy bien! - exclamó K. y levantó los brazos, porque aquel súbito descubrimiento necesitaba espacio - veo que todos sois funcionarios, sois esa pandilla de gente corrompida contra la cual he hablado, habéis acudido en masa para escuchar y husmear, habéis aparentado que formabais bandos opuestos, y uno de los bandos aplaudía para ponerme a prueba. ¡Queríais aprender la forma de engañar a un inocente! Muy bien, no ha sido inútil vuestra venida, os habrá divertido el hecho de que alguien esperase de vosotros la defensa de la inocencia, o acaso... ¡Suéltame o te doy un tortazo! - gritó K.

domingo, 14 de abril de 2013

El proceso - F. Kafka

Habría podido ir directamente a su habitación, pero como quería hablar con la señora Grubach, llamó a su puerta. Estaba sentada a una mesa cosiendo una media. Sobre la mesa aún quedaba un montón de medias viejas. K se disculpó algo confuso por haber llegado tan tarde, pero la señora Grubach era muy amable y no quiso oír ninguna disculpa: siempre tenía tiempo para hablar con él, sabía muy bien que era su mejor y más querido inquilino. K miró la habitación, había recobrado su antiguo aspecto, la vajilla del desayuno, que había estado por la mañana en la mesita junto a la ventana, ya había sido retirada. «Las manos femeninas hacen milagros en silencio ––pensó––, él probablemente habría roto toda la vajilla, en realidad ni siquiera habría sido capaz de llevársela». Contempló a la señora Grubach con cierto agradecimiento.

––¿Por qué trabaja hasta tan tarde? ––preguntó.

Ambos estaban sentados a la mesa, y K hundía de vez en cuando una de sus manos en las medias.

––Hay mucho trabajo ––dijo ella––. Durante el día me debo a los inquilinos, pero si quiero mantener el orden en mis cosas sólo me quedan las noches.

––Hoy le he causado un trabajo extraordinario.

––¿Por qué? ––preguntó con cierta vehemencia; el trabajo descansaba en su regazo.

––Me refiero a los hombres que estuvieron aquí esta mañana.

––¡Ah, ya! ––dijo, y se volvió a tranquilizar––. Eso no me ha causado mucho trabajo.

K miró en silencio cómo emprendía de nuevo su labor. «Parece asombrarse de que le hable del asunto ––pensó––, no considera correcto que hable de ello. Más importante es, pues, que lo haga. Sólo puedo hablar de ello con una mujer mayor».

––Algo de trabajo sí ha causado ––dijo––, pero no se volverá a repetir.

––No, no se puede repetir ––dijo ella confirmándolo y sonrió a K casi con tristeza.

––¿Lo cree de verdad? ––preguntó K.

––Sí ––dijo ella en voz baja––, pero ante todo no se lo debe tomar muy en serio. ¡Las cosas que ocurren en el mundo! Como habla conmigo con tanta confianza, señor K, le confesaré que escuché algo detrás de la puerta y que los vigilantes también me contaron algunas cosas. Se trata de su felicidad, y eso me importa mucho, más, quizá, de lo que me incumbe, pues no soy más que la casera. Bien, algo he oído, pero no puedo decir que sea especialmente malo. No. Usted, es cierto, ha sido detenido, pero no como un ladrón. Cuando se detiene a alguien como si fuera un ladrón, entonces es malo, pero esta detención…, me parece algo peculiar y complejo, perdóneme si digo alguna tontería, hay algo complejo en esto que no entiendo, pero que tampoco se debe entender.

––No ha dicho ninguna tontería, señora Grubach, yo mismo comparto algo su opinión, pero juzgo todo con más rigor que usted, y no lo tomo por algo complejo, sino por una nadería. Me han asaltado de un modo imprevisto, eso es todo. Si nada más despertarme no me hubiera dejado confundir por la ausencia de Anna, me hubiera levantado en seguida y, sin tener ninguna consideración con nadie que me saliera al paso, hubiera desayunado, por una vez, en la cocina y me hubiera traído usted el traje de mi habitación, entonces habría negociado todo breve y razonablemente, no habría pasado a mayores y no hubiera ocurrido nada de lo que pasó. Pero uno siempre está tan desprevenido. En el banco, por ejemplo, siempre estoy preparado, allí no me podría ocurrir algo similar, allí tengo a un ordenanza personal; el teléfono interno y el de mi despacho están frente a mí, en la mesa; no cesa de llegar gente, particulares o funcionarios; además, y ante todo, allí estoy siempre sumido en el trabajo, lo que me mantiene alerta, allí sería un placer para mí enfrentarme a una situación como ésa. Bien, pero ya ha pasado y tampoco quiero hablar más sobre ello, sólo quería oír su opinión, la opinión de una mujer razonable, y estoy contento de que coincidamos. Pero ahora me debe dar la mano, una coincidencia así se tiene que sellar con un apretón de manos.

jueves, 11 de abril de 2013

El proceso - Franz Kafka (prólogo de José Saramago)

Toda esta escritura no es otra cosa
que la bandera de Robinson en el
punto más alto de la isla
F. KAFKA

En una carta del 28 de agosto de 1913, Kafka escribirá: "Vivo en medio de mi familia, entre las mejores y amorosas personas que se puede imaginar, como alguien más extraño que un extraño. Con mi madre, en los últimos años, no he hablado, de media, más que veinte palabras por día, con mi padre jamás intercambié otras palabras que las de saludo".

Contraportada "David Copperfield"

Nadie pondrá en duda que soy un padre afectuoso con todos los hijos de mi imaginación, y que ningún otro progenitor puede querer a su familia con tanta ternura. Pero, como muchos padres afectuosos, tengo un hijo favorito en el fondo de mi corazón. Y su nombre es David Copperfield.

martes, 9 de abril de 2013

David Copperfield - Dickens

His lectis rebus, mi conclusión final es que Dickens es supremo, y que me gustaría que existiera un universo paralelo en que Copperfield y Emma Bovary existiesen en la realidad y se conocieran. Si a Agnes no le supusiera ninguna molestia, claro. O incluso si sí le supusiera.

Cuando llegó la Navidad, llevaba más de dos meses en casa. Había visto a Agnes a menudo. Por muchas alabanzas que me dedicara el público, y or grande que fuera el placer y la emoción que eso suscitaba en mí, el más pequeño elogio salido de su boca me parecía infinitamente más valioso.


- ¿Sabe algo más- pregunté con la mayor tranquilidad, mientras ella se sentaba en mi silla- de los amores de Agnes?
Me miró unos instantes antes de responder:
- Creo que sí, Trot.
- Su impresión, ¿se ha confirmado? - inquirí.
- En efecto, Trot.
Me miró tan fijamente, como si vacilara o sintiera pena, que hice acopio de todas mis energías para adoptar un semblante dichoso.
- Y lo que es más, Trot...- prosiguió ella.
- ¿Sí, tía?
- Creo que Agnes va a contraer matrimonio.
- ¡Que Dios la bendiga! -exclamé, alegremente.
- ¡Que Dios la bendiga! -repitió mi tía- ¡Y a su marido también!
Mi hice eco de su deseo, y, tras despedirme de ella, bajé con paso ligero las escaleras, subí al caballo y me alejé. Ahora tenía una razón de más para hacer lo que me había propuesto.


Apoyó sus suaves manos en mis hombros y contempló serenamente mi rostro.
- ¿Acaso no lo sabes todavía?
- Me da miedo hacer conjeturas. Dímelo tú, corazón.
- ¡Te he querido toda mi vida!



Pero, antes de su marcha, viajó conmigo a Yarmouth para ver una pequeña lápida que yo había hecho colocar en el cementerio en memoria de Ham. Mientras yo copiaba,a petición suya, la sencilla inscripción, le vi agacharse y coger un manojo de hierba de la tumba y un puñado de tierra.
- Es para Emily- dijo, guardándolo en su pecho-. Se lo prometí, señorito Davy.

lunes, 8 de abril de 2013

David Copperfield - Dickens


> referencia metalingüística:

Tengo la impresión de que es una regla general. Al prestar juramento ante la ley, por ejemplo, los declarantes parecen disfrutar enormemente cuando llegan a una ristra de palabras altisonantes que expresan la misma idea; como cuando afirman detestar, abominar, abjurar, etc. Y los viejos anatemas se basaron en el mismo principio. Hablamos de la tiranía de las palabras, pero también nos agrada tiranizarlas a ella; nos gusta tener un ejército de términos superfluos a nuestras órdenes para las grandes ocasiones; pensamos que causan una excelente impresión y suenan bien. Al igual que en los momentos ceremoniosos somos poco exigentes con el significado de las libreas, si son lo bastante elegantes y numerosas, el sentido o la necesidad de nuestras palabras nos parece secundario si podemos organizar un bonito desfile con ellas [...]




Mientras bajaba un sinuoso camino por la ladera de la montaña, me invadió una débil sensación de belleza y de serenidad que llevaba mucho tiempo olvidada, una especie de sosiego nacido de la calma de aquel valle que yo veía brillar en la distancia. Recuento que me detuve una vez, con un sentimiento de tristeza que no era angustioso ni desesperado. Recuerdo que tuve casi la esperanza de que se obrara en mí algún cambio. [...] De pronto, en medio de tanta serenidad, me habló la gran voz de la naturaleza; y me invitó a descansar mi fatigada cabeza sobre la hierba, ¡y a llorar como no lo había hecho desde la muerte de Dora!


Si en aquel período de mi vida hubiera estado mucho con ella, supongo que, en un momento de debilidad o de desesperación, habría traicionado mis sentimientos. Era ese vago temor el que me había alejado de Inglaterra. Me habría resultado insoportable perder la más pequeña migaja de su amor fraternal; y, al delatar mis sentimientos, habría aflorado una tensi´n entre nosotros hasta entonces desconocida. No podía olvidar que era el único responsable de esa clase de sentimiento que yo le inspiraba. Si en algún momento ella me había querido con otra clase de amor (como a veces pensaba que podía haber ocurrido), yo la habría rechazado.

miércoles, 3 de abril de 2013

David Copperfield - Dickens

Ella lanzó un grito de terror y forcejeó conmigo con tanta violencia que no creo que hubiese sido capaz de sujetarla solo. Pero una mano más poderosa que la mía la agarró; y cuando la joven alzó su mirada temerosa y vio quién era su dueño, se dejó caer entre los dos después de un último esfuerzo. La llevamos lejos de la orilla, hasta un lugar donde había algunas piedras secas, y la depositamos allí llorando y gimiendo. No tardó en sentarse, con su desdichada cabeza entre las manos.
- ¡El río!- exclamó con desesperación-. ¡El río!

Sin embargo, algunas veces, cuando la llevaba al piso superior y sentía su peso cada vez más ligero, una extraña sensación de frío se apoderaba de mí, como si me acercara a una región helada, aún invisible, que entumeciese mi vida. Evité dar nombre a ese sentimiento, o analizarlo en mi interior; hasta que una noche en que lo había experimentado con más intensidad que nunca, cuando mi tía se despidió con el grito de: "buenas noches, Pequeña Flor", me senté solo ante mi mesa de trabajo y rompí a llorar pensando en aquel nombre tan funesto, y en ¡cómo la hermosa flora había perdido su lozanía!

- Señorito Davy, ¿la ha visto usted?
- Sólo durante unos instantes, cuando se había desvanecido- respondí dulcemente.
Caminamos un poco más, y él añadió:
- Señorito Davy, ¿cree que volverá a verla?
- Quizá sea demasiado doloroso para ella- respondí.
- Sí... eso había pensado- exclamó-. Seguro que lo es, señor, seguro que lo es.
- Sin embargo, Ham -le dije con delicadeza-, si hay algo que pueda escribirle de tu parte, en caso de que me sea imposible hablar con ella; si hay algo que quieres que le comunique en tu nombre, lo consideraría un deber sagrado.
- No cabe la menor duda. Se lo agradezco, señor; es usted muy amable. Creo que hay algo que me gustaría decirle o escribirle.
-¿Y qué es, Ham?
Continuamos andando en silencio, y en seguida dijo:
- No se trata que sepa que la perdono. No, no es eso. Lo que deseo es pedirle que me perdone por haberle impuesto mi amor. A veces pienso que, si no le hubiera hecho prometerme que se casaría conmigo, señor, tal vez hubiese confiado en mí como un amigo; y me habría contado la lucha que libraba en su interior, y me habría pedido consejo, y yo habría podido salvarla.

viernes, 29 de marzo de 2013

De vegades pense que pareix que no, i realment és que no.
Altres vegades pareix que sí i és que no.
També de vegades ha paregut que sí i ha sigut que sí.

miércoles, 27 de marzo de 2013

- Regresa con tu escudo, o sobre él.
- Sí, mi señora.

http://www.youtube.com/watch?v=002wciE6bfw

Aunque esté sacado de la película, es totalmente cierto que las espartanas decían esa frase a sus maridos e hijos cuando se marchaban a la guerra.

jueves, 21 de marzo de 2013

David Copperfield - Dickens

Sentada junto a la ventana, en la oscuridad, me habló de Dora; escuchó mis elogios de ella; se dishizo también en alabanzas; y arrojó sobre su figurita de hada algunos rayos de su resplandeciente luz que la convirtieron en algo más precioso e inocente ante mis ojos. ¡Oh, Agnes, hermana de mi niñez, si yo hubiera sabido entonces lo que supe mucho después!...

martes, 19 de marzo de 2013

David Copperfield - Dickens

"Durante todo ese tiempo yo había seguido amando a Dora más que nunca. Pensar en ella me servía de refugio en medio de los contratiempos y del dolor, e incluso mitigaba un poco mi pena por la pérdida de Steerforth."



"El marido, que se llamaba Thomas Benjamin, había sacado la licencia de matrimonio con el nombre de Thomas, suprimiendo el de Benjamin, por si no era tan feliz como esperaba. Al no ser tan feliz como esperaba, o haberse cansado un poco de su mujer, el pobre muchacho, se presentaba acompañado de un amigo, después de dos años de matrimonio, para declarar que su nombre era Thomas Benjamin y, por consiguiente, no estaba casado. Lo que el tribunal confirmó, para su gran satisfacción."



"No sé cuánto tiempo tardamos en llegar y todavía hoy ignoro dónde fuimos. Tal vez cerca de Guildford; aunque es posible que algún mago de Las mil y una noches nos dejara pasar la jornada en aquel lugar, y después lo hiciera desaparecer para siempre."



"La amaría siempre, cada minuto de mi vida, con locura. Otros hombres habían amado antes que yo, y otros o harían después, pero ninguno había amado nunca, ni podría, ni querría, ni debería amar jamas como yo la amaba a ella."
¿por qué sigo viviendo sin tu voz?

viernes, 15 de marzo de 2013

Idus de marzo, día del asesinato de C. Iulius Caesar

Prefiero ser el primero en una aldea que el segundo en Roma.

Los cobardes agonizan muchas veces antes de morir... Los valientes ni se enteran de su muerte.


viernes, 8 de marzo de 2013

David Copperfield -Dickens

La veneración que yo sentía por sus cabellos grises parecía mezclarse con la compasión que me inspiraba su fe en aquellos que le traicionaban, y con el odio a quienes le perjudicaban. La sombra inminente de una gran desgracia y de una gran deshonra, todavía sin contornos claros, caía como un borrón en el tranquilo lugar donde había estudiado y jugado el muchacho, y lo envilecía cruelmente.


Su atractivo fue en aumento a medida que pasaban las horas, y ya entonces me percaté de algo que estoy convencido ahora: en su afán por agradar, la conciencia de su éxito volvía aún más fina su percepción, sutil por naturaleza.

miércoles, 6 de marzo de 2013

David Copperfiel - Dickens

"Durante algún tiempo, vivo en la incertidumbre, pues desconozco los sentimientos de la señorita Shepherd, pero, finalmente, los hados me son propicios y coincido con ella en las clases de baile. La señorita Shepherd es mi pareja. Toco su guante y noto un escalofrío que me cubre por el brazo derecho hasta llegar a la punta de mis cabellos. No le digo ninguna palabra tierna, pero los dos nos comprendemos. La señorita Shepherd y yo estamos destinados a ser el uno del otro. [...] Si mi pasión por la señorita Shepherd es el motivo dominante, el único sueño de mi existencia, ¿cómo puedo llegar a romper con ella? Es algo que no puedo imaginar. Y, sin embargo, nuestras relaciones se van enfriando. Me llega el rumor de que la señorita Shepherd ha dicho que le gustaría que yo no la mirase tanto, y que prefería a Jone. ¿A Jones? ¡Un joven sin el menor interés! El abismo entre la señorita Shepherd y yo es cada vez mayor. Al pasar junto a mí, la señorita Shepher me hace una mueca y mira riendo a su compañera. Todo ha acabado entre nosotros."




Y, mi casi nula producción literaria, lo tiene a él como a agente:

martes, 5 de marzo de 2013

Hombres del mundo, tenía que decir que mientras siga habiendo mujeres poco satisfechas sexualmente, se seguirán publicando libros como Crepúsculo o 50 Sombras de Grey. Solucionadlo por el bien de la literatura. TQD

Read more: http://www.teniaquedecirlo.com/sexo/885532#ixzz2Mg7FjgqX

lunes, 4 de marzo de 2013

viernes, 1 de marzo de 2013

David Copperfield - Dickens

Todavía la veo, tímida, ordenada, tranquila; y oigo su dulce y hermosa voz mientras escribo estas palabras. Y empiezo a sentir una influencia beneficiosa que más tarde ejercería sobre mí. Estoy enamorado de la pequeña Emily, no de Agnes (lo que siento por ella es algo muy diferente) pero tengo la sensación de que la bondad, la paz y la verdad están dondequiera que ella se encuentre; y de que la suave luz de aquellas vidrieras que admiré en una iglesia hace tanto tiempo se derrama siempre sobre ella, y sobre mí cuando estoy a su lado, así como en todo lo que la rodea.

jueves, 28 de febrero de 2013

David Copperfield - Dickens

Me suplicó que aprendiese de sus errores; y que no olvidara jamás que, si un hombre tenía una renta anual de veinte libras y gastaba diecinueve libras, diecinueve chelines y medio penique, sería feliz, pero que si gastaba veintiuna libras, sería muy desgraciado.

martes, 26 de febrero de 2013

David Copperfield - Dickens

"Aproveché la ocasión para rodear se talle con mi brazo y proponerle que, puesto que iba a marcharme tan pronto, fuéramos muy cariñosos el uno con el otro y pasáramos un gran día. El hecho de que ella aceptara y me dejara besarla me infundió valor; y, recuerdo que le aseguré que jamás podría amar a otra mujer y que estaba dispuesto a derramar la sangre de cualquiera que aspirase a su afecto".

lunes, 25 de febrero de 2013

David Copperfield - Dickens

"Desde el momento en que conocí la muerte de mi madre, su imagen de los últimos tiempos se desvaneció. Y, a partir de entonces, sólo recordaré a la madre joven de los primeros años de mi infancia, la que enroscaba sus hermosos rizos alrededor de sus dedos y bailaba conmigo en el gabinete al anochecer."

viernes, 22 de febrero de 2013

Si se inventara la máquina del tiempo, iría dos o tres añitos a la Atenas de Pericles. A parte de ático, aprendería ya de paso jónico. Después iría al final de la guerra del Peloponeso, intentaría ver a Alejandro... Después pasaría dos años en Roma e intentaría conocer (o, al menos, ver) a César y a Cicerón. Después volvería. Ya pensaré en algo para que no se note el paso del tiempo en mí.

lunes, 18 de febrero de 2013

David Copperfield- Dickens

La figurita esbelta, audaz y saltarina se dio la vuelta y regresó; y no tardé en reirme de mis temores y del grito que se me había escapado (inútilmente, pues no había nadie cerca de nosotros). Pero ha habido veces, muchas veces, en las que he pensado, siendo ya un hombre, si no sería factible que, entre las posibilidades que encierran las causas ocultas, aquel repentino impulso de la niña y su mirada perdida en la lejanía fueran el reflejo de cierta atracción por el peligro y de una llamada de su difunto padre para que se reuniera con él, a fin de que su vida tuviera la suerte de terminar aquel día. Hubo un tiempo en que me pregunté si, de haber sabido imaginar en aquel momento de mi vida el destino que la guardaba, y de haber dependido su salvación de un movimiento de mi mano, yo hubiera debido salvarla o no. Y hubo un tiempo - y no digo que durase mucho, pero existió- en que me pregunté si no habría sido mejor para la pequeña Emily desaparecer entre las olas aquella mañana, ante mis ojos; y sin duda, la respuesta era que habría sido mejor para ella.



El resultado lógico de semejante trato, que duró, según creo, alrededor de seis meses, fue convertirme en un muchacho triste, taciturno y obstinado. Contribuyó, asimismo, a ello el sentimiento de verme cada día más alejado de mi madre. Creo que me habría embrutecido casi por completo de no haber sido por una circunstancia.
Mi padre había dejado en un pequeño cuarto del piso superior, al que yo tenía acceso por estar junto a mi dormitorio, una pequeña colección de libros en la que nadie había reparado. De aquella bendita habitación salieron Roderick Random, Peregrine Pickle, Humphrey Clinker, Tom Jones, El vicario de Wakefield, Don Quijote, Gil Blas y Robinson Crusoe, en hueste gloriosa, para hacerme compañía. Ellos -así como Las mil y una noches y los Cuentos de los genios- mantuvieron despierta mi imaginación y mi esperanza de una vida mejor; y no pudieron causarme el menor daño, pues, de existir algún mal en ellos, yo lo desconocía. Todavía ahora me asombra pensar cómo encontraba tiempo para leer aquellos libros, en medio de mis pesadas tareas y de mis tropiezos. Me resulta curioso que pudieran consolarme de mis pequeños problemas (que para mí eran muy grandes), al permitirme encarnar a mis personajes favoritos e identificar al señor y a la señorita Murdstone con todos sus malvados. Fui Tom Jones toda una semana (Tom Jones niño, una criatura inofensiva). Fui mi propia versión de Roderick Random un mes seguido. Leía con avidez los escasos volúmenes de viajes y expediciones -no recuerdo exactamente cuáles- que había en las estanterías; y, durante muchos días, recuerdo haber recorrido mi zona secreta de la casa armado con la pieza central de un viejo juego de hormas de zapatos, creyéndome la encarnación más perfecta del capitán Mengano, de la Armada Real Británica, en peligro de ser atacado por una tribu de salvajes y decidido a vender bien cara su vida. El capitán jamás perdía su dignidad, aunque le golpearan las orejas con una gramática latina. Yo sí; pero el capitán era un capitán y un héroe a pesar de todas las gramáticas de todas las lenguas del mundo, vivas o muertas.
Y ése fue mi único y constante consuelo.

domingo, 17 de febrero de 2013

Celebración romana del día 8 de marzo

Boda entre Ariadna de Creta y Dionisos, llamado también Liber, que dice a su nueva
esposa; "Vayamos juntos a los más alto de los cielos. Tú, que has compartido conmigo
mi lecho, comparte también mi nombre: bajo tu nueva apariencia te llamarás Líbera".
Simbólicamente significa el repudio del héroe Theseo y la elección de una vida nueva
junto al dios orgiástico y nómada.

viernes, 15 de febrero de 2013

última publicación (por un largo tiempo) de F.G.Lorca

MAR
El mar es
el Lucifer del azul.
El cielo caído
por querer ser la luz.
¡Pobre mar condenado
a eterno movimiento,
habiendo antes estado
quieto en el firmamento!

Pero de tu amargura
te redimió el amor.
Pariste a Venus pura,
y quedose tu hondura
virgen y sin dolor.

Tus tristezas son bellas,
mar de espasmos gloriosos.
Mas hoy en vez de estrellas
tienes pulpos verdosos.

Aguanta tu sufrir,
formidable Satán.
Cristo anduvo por ti,
mas también lo hizo Pan.

La estrella Venus es
la armonía del mundo.
¡Calle el Eclesiastés!
Venus es lo profundo
del alma...

...Y el hombre miserable
es un ángel caído.
La tierra es el probable
Paraíso Perdido.

OTRO SUEÑO:
¡Una golondrina vuela
hacia muy lejos!...
Hay floraciones de rocío
sobre mi sueño,
y mi corazón da vueltas
lleno de tedio,
como un tiovivo en que la Muerte
pasea a sus hijuelos.[...]

AIRE DE NOCTURNO:

Tengo mucho miedo
de las hojas muertas,
miedo de los prados
llenos de rocío.
Yo voy a dormirme;
si no me despiertas,
dejaré a tu lado mi corazón frió.
¿Qué es eso que suena
muy lejos?
Amor. El viento en las vidrieras,
¡amor mío!

Te puse collares
con gemas de aurora.
¿Por qué me abandonas
en este camino?
Si te vas muy lejos,
mi pájaro llora
y la verde viña
no dará su vino.

¿Qué es eso que suena
muy lejos?
Amor. El viento en las vidrieras,
¡amor mío!

Tú no sabrás nunca,
esfinge de nieve,
lo mucho que yo
te hubiera querido
esas madrugadas
cuando tanto llueve
y en la rama seca
se deshace el nido.


¿Qué es eso que suena
muy lejos?
Amor. El viento en las vidrieras,
¡amor mío!

OTRA CANCIÓN:
¡El sueño se deshizo para siempre
En la tarde lluviosa
mi corazón aprende
la tragedia otoñal
que los árboles llueven.

Y en la dulce tristeza
del paisaje que muere
mis voces se quebraron.

El sueño se deshizo para siempre.
¡Para siempre! ¡Dios mío!
Va cayendo la nieve
en el campo desierto
de mi vida,
y teme
la ilusión, que va lejos,
de helarse o de perderse.

¡Cómo me dice el agua
que el sueño se deshizo para siempre!
¿El sueño es infinito?
La niebla lo sostiene,
y la niebla es tan sólo
cansancio de la nieve.


Mi ritmo va contando
que el sueño se deshizo para siempre.
Y en la tarde brumosa
mi corazón aprende
la tragedia otoñal
que los árboles llueven.


---> Asesinato de Lorca [Wikipedia]
Guerra Civil y asesinato
Colombia y México, cuyos embajadores previeron que el poeta pudiera ser víctima de un atentado debido a su puesto de funcionario de la República, le ofrecieron el exilio, pero Lorca rechazó las ofertas y se dirigió a su casa en Granada para pasar el verano.
En esos momentos políticos alguien le preguntó sobre su preferencia política y él manifestó que se sentía a su vez católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico. De hecho nunca se afilió a ninguna de las facciones políticas y jamás discriminó o se distanció de ninguno de sus amigos, por ninguna cuestión política. Tuvo una gran amistad con el líder y fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, muy aficionado a la poesía.8 El propio Lorca decía de él:
...José Antonio. Otro buen chico. ¿Sabes que todos los viernes ceno con él? Solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo ni a mí me conviene que me vean con él.
Se sentía, como él lo dijo en una entrevista a El Sol de Madrid poco antes de su muerte, íntegramente español.
Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.
Tras una denuncia anónima, el 16 de agosto de 1936 fue detenido en la casa de uno de sus amigos, el también poeta Luis Rosales, quien obtuvo la promesa de las autoridades nacionales de que sería puesto en libertad «si no existía denuncia en su contra». La orden de ejecución fue dada por el gobernador civil de Granada, José Valdés Guzmán, quien había ordenado al ex diputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso la detención del poeta.
Federico García Lorca fue ejecutado en el camino que va de Víznar a Alfacar, y su cuerpo permanece enterrado en una fosa común anónima en algún lugar de esos parajes con el cadáver de un maestro nacional, Dióscoro Galindo, y los de los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, ejecutados con él. La fosa se encuentra en el paraje de Fuente Grande, en el municipio de Alfacar, provincia de Granada. El escritor, autor del Romancero Gitano fue ejecutado por ser republicano y homosexual.
H. G. Wells envió el siguiente despacho a las autoridades militares de Granada:
H. G. Wells, presidente Pen Club de Londres, desea con ansiedad noticias de su distinguido colega Federico García Lorca, y apreciará grandemente la cortesía de una respuesta
.
cuya respuesta fue la siguiente:
Coronel gobernador de Granada a H. G. Wells.
—Ignoro lugar hállase D. Federico García Lorca.—Firmado: Coronel Espinosa.
Después de su muerte se publicaron Primeras canciones y Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín.
Antonio Machado escribió el poema «El crimen fue en Granada» en 1937 sobre el tema de la muerte de Lorca.
El 11 de marzo de 1937, el periódico falangista de San Sebastián, Unidad, publicó un artículo firmado por Luis Hurtado Álvarez, titulado «A la España imperial le han asesinado su mejor poeta», una sentida elegía por su muerte.
En 2009, en aplicación de la ley para la recuperación de la memoria histórica aprobada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se decide abrir la fosa donde supuestamente descansaban los restos del poeta. Aun así, no se encontró nada.
En mayo de 2012 salió a la luz su última carta, dirigida a su novio, el escritor y crítico Juan Ramírez de Lucas.

jueves, 14 de febrero de 2013

F.García Lorca

En honor de que se dice que hoy es San Calentín, mención especial a este poemilla:
Sólo tu corazón caliente,
Y nada más.


Mi paraíso, un campo
Sin ruiseñor
Ni liras,
Con un río discreto
Y una fuentecilla.

Sin la espuela del viento
Sobre la fronda,
Ni la estrella que quiere
Ser hoja.

Una enorme luz
Que fuera
Luciérnaga
De otra,
En un campo de
Miradas rotas.

Un reposo claro
Y allí nuestros besos,
Lunares sonoros
Del eco,
Se abrirían muy lejos.

Y tu corazón caliente,
Nada más
.

miércoles, 13 de febrero de 2013

F.GarcíaLorca

HAY ALMAS QUE TIENEN...
Hay almas que tienen
azules luceros,
mañanas marchitas
entre hojas del tiempo,
y castos rincones
que guardan un viejo
rumor de nostalgias
y sueños.

Otras almas tienen
dolientes espectros
de pasiones. Frutas
con gusanos. Ecos
de una voz quemada
que viene de lejos
como una corriente
de sombra. Recuerdos
vacíos de llanto
y migajas de besos.
Mi alma está madura
hace mucho tiempo,
y se desmorona
turbia de misterio.
Piedras juveniles
roídas de ensueño
caen sobre las aguas
de mis pensamientos.
Cada piedra dice:
"¡Dios está muy lejos!"

ENCRUCIJADA

¡Oh, qué dolor el tener
versos en la lejanía
de la pasión, y el cerebro
todo manchado de tinta!

¡Oh, qué dolor no tener
la fantástica camisa
del hombre feliz: la piel,
alfombra de sol, curtida!

(Alrededor de mis ojos
bandadas de letras giran.)

¡Oh, qué dolor el dolor
antiguo de la poesía,
este dolor pegajoso
tan lejos del agua limpia!

¡Oh dolor de lamentarse
por sorber la vena lírica!
¡Oh dolor de fuente
ciega y molino sin harina!

¡Oh, qué dolor no tener
dolor y pasar la vida
sobre la hierba incolora
de la vereda indecisa!

¡Oh el más profundo dolor,
el dolor de la alegría,
reja que nos abre surcos
donde el llanto fructifica!

(Por un monte de papel
asoma la luna fría.)
¡Oh dolor de la verdad!
¡Oh dolor de la mentira!

HORA DE ESTRELLAS

El silencio redondo de la noche
sobre el pentagrama
del infinito.

Yo me salgo desnudo a la calle,
maduro de versos
perdidos.
Lo negro, acribillado
por el canto del grillo,
tiene ese fuego fatuo,
muerto,
del sonido.
Esa luz musical
que percibe
el espíritu.

Los esqueletos de mil mariposas
duermen en mi recinto.

Hay una juventud de brisas locas
sobre el río.

El camino

No conseguirá nunca
tu lanza
herir el horizonte.
La montaña
es un escudo
que lo guarda.

No sueñes con la sangre de la luna
y descansa.
Pero deja, camino,
que mis plantas
exploren la caricia
de la rociada.

¡Quiromántico enorme!
¿Conocerás las almas
por el débil tatuaje
que olvidan en tu espalda?
Si eres Flammarión
de las pisadas,
¡cómo debes amar
a los asnos que pasan
acariciando con ternura humilde
tu carne desgarrada!
Ellos solos meditan dónde puede
llegar tu enorme lanza.
Ellos solos, que son
los Budas de la Fauna,
cuando viejos y heridos deletrean
tu libro sin palabras.

¡Cuánta melancolía
tienes entre las casas
del poblado!
¡Qué clara
es tu virtud! Aguantas
cuatro carros dormidos,
dos acacias,
y un pozo del antaño
que no tiene agua.

Dando vueltas al mundo,
no encontrarás posada.
No tendrás camposanto
ni mortaja,
ni el aire del amor renovará
tu sustancia.

Pero sal de los campos
y en la negra distancia
de lo eterno, si tallas
la sombra con tu lima
blanca, ¡oh camino!
¡pasarás por el puente
de Santa Clara!

LA BALADA DEL AGUA DEL MAR


El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.

¿Qué vendes, oh joven turbia
con los senos al aire?

Vendo, señor, el agua
de los mares.

¿Qué llevas, oh negro joven,
mezclado con tu sangre?

Llevo, señor, el agua
de los mares.

Esas lágrimas salobres
¿de dónde vienen, madre?

Lloro, señor, el agua
de los mares.

Corazón, y esta amargura
seria, ¿de dónde nace?

¡Amarga mucho el agua
de los mares!

El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.

martes, 12 de febrero de 2013

F.GarcíaLorca


EL DIAMANTE
El diamante de una estrella
Ha rayado el hondo cielo,
Pájaro de luz que quiere
Escapar del universo
Y huye del enorme nido
Donde estaba prisionero
Sin saber que lleva atada
Una cadena en el cuello. [...]

CANTOS NUEVOS
Dice la tarde: "¡Tengo sed de sombra!"
Dice la luna: "¡Yo, sed de luceros!"
La fuente cristalina pide labios
y suspira el viento.

Yo tengo sed de aromas y de risas,
sed de cantares nuevos
sin lunas y sin lirios,
y sin amores muertos.

Un cantar de mañana que estremezca
a los remansos quietos
del porvenir. Y llene de esperanza
sus ondas y sus cienos. [...]


EL PRESENTIMIENTO
El presentimiento
es la sonda del alma
en el misterio.
Nariz del corazón,
que explora en la tiniebla
del tiempo.

Ayer es lo marchito.
El sentimiento
y el campo funeral
del recuerdo.

Anteayer
es lo muerto.
Madriguera de ideas moribundas
de pegasos sin freno.
Malezas de memorias
y desiertos
perdidos en la niebla
de los sueños.

Nada turba los siglos
pasados.
No podemos
arrancar un suspiro
de lo viejo.
El pasado se pone
su coraza de hierro
y tapa sus oídos
con algodón del viento.
Nunca podrá arrancársele
un secreto.

Sus músculos de siglos
y su cerebro
de marchitas ideas
en feto
no darán el licor que necesita
el corazón sediento.

Pero el niño futuro
nos dirá algún secreto
cuando juegue en su cama
de luceros.
Y es fácil engañarle;
por eso,
démosle con dulzura
nuestro seno.

Que el topo silencioso
del presentimiento
nos traerá sus sonajas
cuando se esté durmiendo.

CANCIÓN PARA LA LUNA

Blanca tortuga,
luna dormida,
¡qué lentamente
caminas!
Cerrando un párpado
de sombras, miras
cual arqueológica
pupila.
Que quizá sea...
(Satán es tuerto)
una reliquia.
Viva lección
para anarquistas.
Jehová acostumbra
sembrar su finca
con ojos muertos
y cabecitas
de sus contrarias
milicias.

Gobierna rígido
la faz divina
con su turbante
de niebla fría,
poniendo dulces
astros sin vida
al rubio cuervo
del día.
Por eso, luna,
¡luna dormida!,
vas protestando
seca de brisas,
del gran abuso
la tiranía
de ese Jehová
que os encamina
por una senda,
¡siempre la misma!,
mientras él goza
en compañía
de Doña Muerte,
que es su querida...

Blanca tortuga,
luna dormida,
casta Verónica
del sol que limpias
en el ocaso
su faz rojiza.
Ten esperanza,
muerta pulida,
que el Gran Lenín
de tu campiña
será la Osa
Mayor, la arisca
fiera del cielo
que irá tranquila
a dar su abrazo
de despedida
al viejo enorme
de los seis días.

Y entonces, luna
blanca, vendría
el puro reino
de la ceniza.

(Ya habréis notado
que soy nihilista.
)

LA VELETA YACENTE
El duro corazón de la veleta
entre el libro del tiempo.
(Una hoja la tierra
y otra hoja el cielo.)
Aplastóse doliente sobre letras
de tejados viejos.
Lírica flor de torre
y luna de los vientos,
abandona el estambre de la cruz
y dispersa sus pétalos,
para caer sobre las losas frías
comida por la oruga
de los ecos.

Yaces bajo una acacia.
¡Memento!
No podías latir
porque eras de hierro...
Mas poseíste la forma:
¡conténtate con eso!
Y húndete bajo el verde
légamo,
en busca de tu gloria
de fuego,
aunque te llamen tristes
las torres desde lejos
y oigas en las veletas
chirriar tus compañeros.
Húndete bajo el paño
verdoso de tu lecho.
Que ni la blanca monja,
ni el perro,
ni la luna menguante,
ni el lucero,
ni el turbio sacristán
del convento,
recordarán tus gritos
del invierno.

Húndete lentamente,
que si no, luego,
te llevarán los hombres
de los trapos viejos.
Y ojalá pudiera darte
por compañero
este corazón mío
¡tan incierto!

lunes, 11 de febrero de 2013

Vacas, cerdos, guerras y brujas: Los enigmas de la cultura - Marvin Harris

El propósito de esta original y sorprendente obra de Marvin Harris es dar respuesta a una serie de curiosos enigmas: ¿Por qué un tabú religioso prohíbe a judíos y musulmanes comer carne de cerdo? ¿Cuál es el motivo de que los hindúes adoren a las vacas? ¿Por qué surgen los movimientos mesiánicos? ¿Cómo interpretar el machismo o la belicosidad de ciertas culturas? La estrategia del investigador consiste, en este caso, en descubrir las causas materiales que se ocultan tras la aparente irracionalidad de los estilos de vida de las diversas formaciones culturales.