jueves, 29 de noviembre de 2012

Amor se escribe sin hache - Jardiel Poncela

Hoy me he iniciado en su lectura. Me había dicho Alicia que me reiría mucho. No me he reído, obviamente, entre otras cosas porque iba en el tren. Por ahora sólo me he leído el prólogo, y porque lo ha hecho el propio autor. Creo que me siento identificada con su forma de escribir.
Aquí sus perlas:

" A LA MARAVILLOSA Y EXQUISITA
NEZ-EN-L'AIR
, CUYO
PERFUME PREDILECTO COMPRÉ MUCHAS VECES
PARA PODER RECORDAR EN LA AUSENCIA
SUS OJOS MELANCÓLICOS.
EN RECOMPENSA A CUANTO LE HICE SUFRIR;
COMO RECUERDO DE LOS AÑOS FELICES EN QUE
VIMOS AMANECER JUNTOS Y PARA QUE AL LEER
ESTE LIBRO EN ALGUNA CIUDAD REMOTA, COMPRENDA
QUE NO HE OLVIDADO MI PROMESA."
[Enrique, 1928)



"RUEGO DEL LECTOR:
Lector, lectora: algunos autores te ruegan que no prestes sus libros a nadie, porque, prestándolos, pones a tus amigos en condiciones de que no necesiten comprarlos, con lo cual el escritor sale perjudicado en sus intereses. Yo, que tengo los mismos intereses que los demás autores, te ruego todo lo contrario, esto es: que prestes en cuanto lo leas el presente libro. Como la persona a quien se lo dejes no te lo devolverá, tú te apresurarás a comprar otro ejemplar inmediatamente. También ese segundo ejemplar debes prestarlo y adquirir un tercero y prestarlo; y adquirir otro más y prestarlo también.. Con tal sistema, a pocos amigos que tengas a quienes acostumbres a prestar libros, yo haré un buen negocio y te quedaré agradecidísimo."


"Siempre es divertido hablar de uno mismo.
HEINE"


"Fui siempre un niño díscolo y desaplicado. Y en mi vida de escolar se yerguen dos odios indomables: las matemáticas y los paraguas; nunca pude soportar el uso del paraguas; nunca pude admitir el que la "suma de los ángulos da un triángulo sea igual a dos rectos". (Y aun hoy, me resisto a admitirlo.) En cambio, constituía mi felicidad pegarme con los compañeros y faltar a clase. Sin embargo, como mi facultad comprensiva y retentiva era sólida, hice siempre buen papel y obtuve notas en todos los exámenes."


"Respecto a la vida, encuentro que, a semejanza del Mississipi, es demasiado larga. Demasiado larga, porque basta volver la vista atrás para resumir cinco, seis, diez años en un solo instante de placer o de dolor; lo demás se ha esfumado, ha desaparecido, no existe, o -lo que es lo mismo- no necesitaba haber existido nunca. Y es también demasiado triste: tan triste, que todo lo agradable de la vida tiende a hacer olvidar que se vive."


" La cita de Heine con que he encabezado el prólogo no la escribió nunca Heine. La he escrito yo, y he puesto debajo el nombre de Heine como podía haber puesto el de Landrú."

miércoles, 28 de noviembre de 2012

El coronel no tiene quien les escriba - G. G. Márquez

"- Nada para el coronel - dijo.
El coronel se sintió avergonzado.
- No esperaba nada- mintió. Volvió hacia el médico una mirada eternamente infantil-.
Yo no tengo quien me escriba."


[Al leer el fragmento de a continuación sólo he podido articular para mis adentros un sintagma: Puto Márquez]

"- Todo el mundo dice que la muerte es una mujer-, siguió diciendo la mujer. Era corpulenta, más alta que su marido, y con una verruga pilosa en el labio superior. Su manera de hablar recordaba el zumbido del ventilador eléctrico.- Pero a mí no me parece que sea una mujer-, dijo."


martes, 27 de noviembre de 2012

El coronel no tiene quien le escriba - G.G.Márquez

"Durante cincuenta y seis años- desde cuando terminó la última guerra civil- el coronel no había hecho nada distinto de esperar. Octubre era una de las pocas cosas que llegaban."

"Sonrió. Pero la mujer no se tomó el trabajo de mirar el paraguas. <>, murmuró.


"-Parecen zapatos de huérfano-protestó. Cada vez que me los pongo me siento fugado de un asilo.
- Nosotros somos huérfanos de nuestro hijo- dijo la mujer."

domingo, 25 de noviembre de 2012

Café de artistas - C.J. Cela

"- Oye, Manolo, dame otro café.
Manolo, que para eso estaba, respondió:
- Voy, don Cirilo, ¡para eso estamos!"

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"-[...]Pobre don Mamet, ¡siempre tan cumplido y buena persona! El día que fallezca, yo lo he de sentir mucho, créame usted.

Isidro Gil Ciruelo procuró sonreír. La Rosaurita estaba admirada y, en aquellos momentos, lo quería más que nunca." (Estilo indirecto libre)


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La obra presenta una tesis deductiva, pues ya en la primera página se refleja una síntesis del argumento de la obra:

El café es donde me siento más español que nunca.- SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL


Y una vez concluida la lectura, datos curiosos sobre el inquietante carácter de Cela (fuente, Wikipedia):

Tenía grandes dotes de actor, entre ellas una voz poderosa, una excepcional capacidad paródica, sabia dosificación de la expectativa y la sorpresa, empatía con el auditorio y un gran sentido del espectáculo.22 Cela siempre se mantuvo independiente y a contrapelo de muchas tendencias aun reconociendo una «grave falta de interés por la aventura intelectual». Mantuvo sus ideas políticas derechistas, y el hecho de haber combatido y trabajado a favor del campo nacionalista, le granjearon la enemistad del establishment literario "progresista" y la los gobiernos socialistas de la época.15 A ello contestaba Cela con su humor dedicando algunos de sus libros «a mis enemigos que tanto me han ayudado en mi carrera».
Considerado como «gran farsante», por la constante antinomia que mantuvo durante su vida entre lo que decía y lo que hacía, Cela propició una especie de relaciones públicas al revés. Era pronto para la imprecación y el exabrupto.23
En octubre de 1989 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura según la propia Academia sueca: «...por la riqueza e intensidad de su prosa, que con refrenada compasión encarna una visión provocadora del desamparo de todo ser humano».
En 1994 recibió el Premio Planeta. La obra premiada de Cela, La Cruz de San Andrés, dio origen a un juicio por supuesto plagio que ha sido reabierto,24 al haber sido denunciado por una de las participantes que enviaron manuscritos al citado certamen, si bien los peritos judiciales que intervinieron descartaron la existencia de plagio. En efecto, en 1999 la escritora María del Carmen Formoso Lapido presentó una querella contra Cela ante la Audiencia Provincial de Barcelona, acusándolo de haber plagiado su novela Carmen, Carmela, Carmiña, presentada al Premio Planeta del año anterior. Según la autora, entre su libro y el que resultó ganador, es decir, La cruz de San Andrés, de Cela, había coincidencias temáticas, argumentales, de personajes, tiempos, circunstancias, e incluso, frases textuales que permitían sospechar que la obra de Cela era plagiaria.

En 1995 recibió el Premio Cervantes, el más prestigioso galardón literario de los países de lengua española.
Murió el 17 de enero de 2002 a los 85 años. Sus últimas palabras fueron: ¡Viva Iria Flavia!.25

sábado, 24 de noviembre de 2012

Catetos

Para el trabajo de catalán iríamos a ese pueblo. Estaba a veinte minutos en tren. Teníamos el pase de tren mensual y no nos costarían denarios el viaje. Ella nos esperaría en la estación. A nosotros no nos apetecía ir porque no sabíamos nada de sus hábitos, pero lo que conocíamos sobre estos no nos gustaba, nos parecía una persona muy inquietante. Sin embargo, mi pedantería ansiaba una buena calificación en dicha materia, y él a aparte de mi compañero era mi amigo, por lo que accedió a realizar el trabajo con M también, la chica de ese pueblo y cuyas costumbres nos resultaban perturbadoras.
A y yo, en la estación, bromeábamos con una parte de terror sobre que ese podría ser nuestro último día en el mundo en el caso que M nos matase, ja, igual hasta había puesto una bomba en el tren, digno de psicokiller.
El tren avanzaba y los veinte minutos se hacían muy cortos. Sólo faltaba una parada y estábamos realmente abúlicos. La ataraxia, el tedio y el hastío eran el pilar fundamental de nuestra emocionalidad de aquella mañana. Llegamos a ese pueblo. Eran las diez y media. Ella todavía no estaba.
Llegó M y nos dio dos besos como saludo. Nos pidió que la acompañásemos a una librería pues debía realizar un pedido. Aceptamos a acompañarla. Por el camino me devolvió mis apuntes y me los devolvió pues afirmaba que resultaba mucho más rentable comprarse el dossier entero que fotocopiar todos los folios, pero me agradecía el desinteresado préstamo. El librero se esforzaba por hablar bien nuestro idioma, pero en un lugar aledaño a la capital era imposible no sentir que esa habla era muy forzada. En la librería nos mostró nuestra compañera los libros que se había leído. Todos eran de romanos, no en vano estudiaba con nosotros, pero me llamó la atención el hecho de que indicase uno en particular, Yo, Claudio. Me llamó la atención porque un profesor mencionó algo sobre una serie que hacían en su infancia llamada yo, Claudio. Creo que comentó algo de que era muy violenta e incluso sicalíptica. Salimos de la librería y nos dirigimos a su casa, que estaba en sentido contrario al de la librería tomando como punto de partida la estación. Llegamos al edificio en cuestión.
El edificio estaba en una zona que aparentaba ser conflictiva. Puede que fuera una de esas calles en las que viven las gentes con menos recursos, recluyendo así al enorme sector inmigrante y étnico, pero como no éramos de ese pueblo no lo podíamos afirmar.
- Éste es mi patio – sonrío gustosamente M mientras señalaba su rellano.
Yo nunca había oído que al rellano de un edificio se le llamase “patio”. El patio para mí era un corral, o un jardín, no un rellano. Sería que en ese pueblo se le designaría de ese modo, o tal vez fuese que en su familia se le llamase así, que ella estuviese buscando otro vocablo pero sólo le había surgido el decir “patio”. ¿Qué opina usted?
- Son cuatro pisos sin ascensor.
- Pero, allí hay un ascensor- dijo A.
- Sí, pero tiene llave, ya sabes, de esas que sólo pueden tener los que pagan el ascensor.
Yo me había preguntado para mí misma muchas veces si serían tan exageradas como ella afirmaba sus carencias económicas. Y lo eran, pues subir al cuarto piso sin ascensor puede ser muy pesado, especialmente si se deben cargar las bolsas de la compra. Ahora que conozco su contexto familiar, me compadezco de su madre, pobre mujer, subirá cargada como una mula todos los días para satisfacer los caprichos de su marido.
- Tengo un gato, siempre está corriendo por toda la casa.
Abrió la puerta que daba a su casa vista como habitáculo donde se realizan las funciones vitales. El panorama no mejoro. Los muebles aparentaban ser de los años cuarenta. No exagero, muchas veces sí, pero ahora no lo estoy haciendo. No estaba sucio, pero estaba todo muy recargado de objetos estúpidos, véase una foto de comunión en el salón principal con pequeñas fotos de carné enganchadas por su marco. Nos dijo que su padre y su hermano estaban durmiendo y su madre comprando. Eran las once y pico de la mañana y todavía estaban durmiendo, qué vagos y parásitos, como decía el ya nombrado profesor y como antes que él inventó Camilo José Cela en su perfecta obra La colmena. Pasamos a su dormitorio. Ella me había dicho que su habitación – que curioso, llamamos “mi habitación” al sitio en que dormimos y le añadimos un posesivo como muestra de nuestro afán dominador, pura metalingüística- era pequeña, pero no sólo era pequeña, también era angosta y atrasada de la actualidad cronológicamente. Ese atraso no era positivo, como habitaciones preciosas ambientas en otros tiempos, o con muebles de los noventa, - dios, como me gustan los muebles de los noventa con su enormes espejos, con sus vitrinas de color y su gotelé en las paredes - . Ese anacronismo sin beneficio alguno se basada en colchones de muelles deformados, con la cabecera de la cama con su nombre grabado y con mantas de color rosa pastel que aportaba un aspecto más horrible al aposento. Empezamos con el trabajo, o bueno, lo finalizamos.
No quedé satisfecha, yo podría haber hecho un trabajo perfecto haciéndolo sola. Pero el hecho de estudiar con A me hacía renunciar a una perfección absoluta con la intención de que mis conocimientos acrecentasen su nota. Bah, podría sacrificarme por él. No me gustaba el tema del trabajo, “Normalizar al catalán un texto no normativo de Bernat i Baldoví”. En fin, horrible, pero hecho, que era lo que más me importaba.
Nos dieron las dos, o posiblemente fueran las dos y cuarto. M nos dijo que ya estaba toda su familia y que deberíamos ir en ese momento a comer. Sí, íbamos a comer con toda su familia. Nunca había comido con familiares de amigos, y mucho menos de compañeros. Sólo había comido con la familia de mi amiga Me. Eso no había sido muy incómodo, pero esto sí que lo sería, pero teníamos que comer allí para acabar el ya aburrido trabajo.
Su hermana tenía la misma cara que ella, M, pero no parecía tanto una seta. Era más alta y más delgada que ella. Ya era madre. Su hija era una bebé que se llamaba Aitana. Ella se llamaba Anabel. Era la única de la familia que no parecía sacada de un manicomio. Estaba casada con un tal Marcos. Marcos era una persona horrible. Gustábale destacar con sus groserías. Era un cateto, muy probablemente analfabeto- y con este calificativo me refiero a no saber que el verbo haber es impersonal o a no entender las reglas de acentuación, las castellanas, de las catalanas ya ni hablo- que enseñaba sus dientes para parecer aún más gracioso. Era un maleducado y un mal padre. De hecho llevaba a su bebé en brazos y le golpeó la cabeza con el marco de la obsoleta puerta. La niña empezó a llorar y su madre la cogió y le gritó irresponsable a su marido. Pasámos A y yo al comedor y nos sentamos en un sofá muy pequeño.
El padre de M se llamaba Eusebio. En ningún momento se levantó del sofá, ni para comer. Pero sí que tenía la voz suficiente para insultar a su mujer, la madre de M, Juani, y para gritarle por el mero hecho de que cuando él se había despertado ella todavía no estaba en casa y por que la comida tardaba mucho en llegar. El otro hermano de M tenía 32 años y vivía todavía en la diminuta morada. Se levantó para comer y todavía iba con el pijama. Era el más delgado de la familia. Se llamaba como su padre, Eusebio. Bromeaba con su cuñado, la persona horrible.
Comimos entre burlas de la familia, observando el panorama de discusiones, enfrentamientos, tedio en los ojos de Juani, y vergüenza por pertenecer a la misma especie que aquella gente.
En esas situaciones uno se percata de que su familia es bastante normal. Y que uno es bastante más inteligente y que tiene un poso cultural lo suficiente considerable comparado con aquellos humanoides. Eran despojos sociales, especialmente el cuñado. Remitían al reflejo satírico que los países extranjeros tienen sobre nuestra patria. Las mujeres en aquella familia no tenían ninguna oportunidad, vivían por y para sus maridos. Los hombres no tenían en por qué esforzarse en nada. Eusebio hijo cuando acabó de comer se vistió – al fin- y se fue a hacerse un café al bar. El cuñado se lió dos porros cuando terminó de comer y se los fumó delante de la bebé, sin importarle los pulmones de ésta.
- ¿Los estáis viendo? – gritó levantándose de la mesa M- Pues no los vais a volver a ver porque les estáis dando una imagen…
Cuánta razón que tenía, ya no volveríamos nunca.
A y yo teníamos ganas de parar la discusión y decirles clara y constructivamente nuestra opinión sobre ellos. Aunque no se puede permutar la conducta de seres como esos, y sí, lo digo especialmente por el cuñado. Cómo gustaríame estar en un universo en el cual fuese posible argumentar y la gente razonase sobre la corrección de sus comportamientos.
Cuando pudimos fuimos a la estación. Nuestra compañera M no hizo alusiones a la comida, se percibía que ella también se avergonzaba de las primarias, banales e incongruentes aportaciones de algunos de sus familiares. Anabel ya se había intentado excusar del comportamiento de su esposo.
Me preocupaba mucho más el destino de la bebe, o del gato Copito, pero en aquella estirpe sólo faltaba Rubén.
Y, oh, pobre M cuando llegase a su casa todos los días y observara que formaba parte de un linaje de catetos e ignorantes que no tienen ni ambiciones ni deseos de permutar sus condiciones. Y qué contradicción entre la antagonía de su amor a sus parientes y vergüenza ajena. Y qué tedio el de la pobre Juani cuando no vea por ninguna parte compensaciones por su sacrificio. Sentía su vida tan desaprovechada como yo lo siento de esta tarde.
¿Cómo os puedo describir yo, oh lectores, lo inefable de aquellos sentimientos que recorrían mis entrañas mientras una servidora trataba de no alzar la mirada que aquel plato de macarrones con atún y chorizo que una mujer esclava había preparado por amor a su hija y por orgullo de que una mujer de aquella familia hubiese podido llegar cursas estudios universitarios sin ninguna impedimenta, y nunca mejor dicho (aunque evidentemente ese buena mujer nunca había tenido la posibilidad de conocer el real significado del vocablo “impedimenta”)?


[Por si faltara poco, he leído hoy a un ignorante citar a Cela, anonadada hallome].

viernes, 23 de noviembre de 2012

Café de artistas - Cela

"El joven de provincias, más que bizco, lo que se dice bizco, era autónomo, y cada ojo se le iba para un lado, a discreción, como los cuernos de los caracoles."

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"Su prima Renata era gordita y de color sonrosado. La primera vez se casó con un veterinario, por amor; con un veterinario gordo y cabezón que olía a pana. La segunda vez se casó por conveniencia con odontólogo de muy buen tipo que olía a elixir que daba gusto."

jueves, 22 de noviembre de 2012

Catedral - Carver



LA LITERATURA NOS HACE ADOPTAR UNA DETERMINADA ACTITUD FRENTE AL MUNDO; Mukarovsky.


Hoy me he acabado el libro. El último relato es el que da nombre a la obra, Catedral. Un ciego dibuja junto con un hombre una catedral. El ciego no sabe muy bien cómo son las catedrales, pero toca con los dedos el fino trazo del resto del dibujo. Me ha parecido el más evocador de todos los relatos del libro. Lo leí hará un año, y el ciego me lo presentaron como a un ángel. Lo he leído ya condicionada por esto, aunque en la obra en ningún momento se dice, pero yo confío en las sabias conclusiones de quién me lo dijo, que fue la misma persona que me regaló el libro.
Hoy estoy comunicativa porque ha sido un buen día. He ido sola a la universidad porque Alberto está enfermo. He estado muy tranquila. En una práctica de castellano he hecho grupo con una amiga y con una señora que está estudiando a pesar de ser ya bastante mayor. Dice que le gustan las lenguas y que ahora era momento de estudiar. Tiene una basta cultura, conocía vocablos rebuscadísimos. La profesora nos ha felicitado por la práctica. Desamparados, la señora mayor que también es mi compañera nos ha contado que está casada, que su marido está muy contento de que ella estudie y que le ha regalado un portaminas con un sol dibujado. Dice que su marido le regala muchas cosas para que estudie en las más óptimas condiciones. Desamparados nunca había hablado conmigo, pero ha sido muy amable, y con Mireia también. Me ha dicho que si era de la Ribera, y cuando le he dicho que sí, que soy de Algemesí me ha dicho que se me nota mucho. Le he preguntado que por qué y me ha respondido que porqué hasta hablando en castellano, abro las vocales de una manera que pocos castellanoparlantes saben. Creo que me ha gustado oír eso, las vocales abiertas vienen del griego, y me gusta el griego, ergo me gustan las vocales abiertas. En catalán la profesora creía que éramos de Filología Catalana y nos ha hablado de los trovadores. He aportado información sobre el sirventés, y la gente ha dado opiniones sobre la lírica trovadoresca de occitania. Pero no somos de Filología Catalana. Pero es mejor escuchar batallitas que hacer dos horas de dialectología. En la clase de Literatura una chica ha dicho que Pérez Reverte es basura, pero que Ruiz Zafón es peor. A mí me gusta Zafón, sé que no es un clásico, pero si todo lo que leyésemos fuera bueno no apreciaríamos las diferencias entre lo que es y lo que no es un clásico. Además, tiene buenas metáforas. Eso he dicho yo. Una chica de mi clase me ha dado la razón. Después en el tren ya no tenía nada que leer, esta noche quería empezarme un nuevo libro, pero será mejor que me lea "Els parlars", sobre el dialecto oriental del catalán. No es por gusto. Por la tarde tenía que dar clases particulares a un amigo, y Jose me ha ido adelantando deberes. No estaba del todo bien hecho, pero no se lo he dicho. Sé que nunca leerá esto. Valoro que me haya intentado ayudar. Si lo leyese estoy diciendo bien de él. He pensado en escribir mi día en frases cortas, pero no se me va a quedar tan bien como a Carver. Pero tenía la necesidad de escribir, y no tenía ganas de pensar en un tema. Son las nueve y media de la noche y creo que ha sido un buen día.


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"En su último día de trabajo, el ciego le preguntó si podía tocarle la cara. Ella accedió. Me dijo que le pasó los dedos por la nariz, por toda la cara, incluso el cuello. Ella nunca lo olvidó. Incluso intentó escribir un poema. Siempre estaba intentando escribir poesía. Escribía un poema o dos al año, sobre todo después de que le ocurriera algo importante."

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"Una mujer cuyo marido jamás ha leído la expresión de su cara, ya fuera de sufrimiento o de arrepentimiento. Una mujer que podía ponerse o no maquillaje, ¿qué más le daba a él? Si se le antojaba, podía llevar sombra verde en un ojo, un alfiler en la nariz, pantalones amarillos y zapatos morados. No importa."

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"Luego le pregunté si le apetecía fumar un poco de mandanga conmigo. Le dije que acababa de liar un porro. No lo había hecho, pero pensaba hacerlo en un periquete.
- Probaré un poco- dijo.
- Bien dicho, así se habla.
Serví las copas y me senté a su lado en el sofá. Luego lié dos canutos gordos. Encendí uno y se lo pasé. Se lo puse entre los dedos. Lo cogió e inhaló.
- Reténgalo todo lo que pueda- le dije.
Vi que no sabía nada del asunto.
Mi mujer bajó llevando la bata rosa con las zapatillas del mismo color.
- ¿Qué es lo que huelo?- preguntó.
- Pensábamos fumar un poco de hierba-dije.
Mi mujer me lanzó una mirada furiosa. Luego miró al ciego y dijo:
- No sabía que fumaras, Robert.
- Ahora lo hago, querida mía. Siempre hay una primera vez. Pero todavía no siento nada.
- Este material es bastante suave-expliqué-. Es flojo. Con esta mandanga se puede razonar. No le confunde a uno.
- No hace mucho efecto, muchacho- dijo, riéndose."
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"- Se me acaba de ocurrir algo. ¿Tiene usted idea de lo que es una catedral? ¿El aspecto que tiene, quiero decir? ¿Me sigue? Si alguien le dice la palabra catedral, ¿sabe usted de qué le hablan? ¿Conoce usted la diferencia entre una catedral y una iglesia baptista, por ejemplo?
Dejó que el humo se escapara despacio de su boca."

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Catedral - Carver

"Hay otras dos personas. Están en hamacas, una a cada lado de la piscina. Uno de ellos es Irving Cobb, cocinero en Denny's. Se hace llamar Spuds. La gente lo llama así, Spuds, en vez de Irv o cualquier otro diminutivo. Tiene treinta y cinco años y es calvo. Tiene el color de la cecina, pero quiere más sol. En este momento, su nueva mujer, Linda Cobb, está trabajando en el supermercado. Spuds trabaja por la noche. Pero Linda y él se las han arreglado para tener libres los fines de semana. Connie Nova está en otra hamaca. Está sentada, dándose aceite en las piernas. Está casi desnuda, sólo la cubre el pequeño bañador de dos piezas. Connie Nova es una camarera del bar."

[Me encanta la descripción de los personajes, tan breve, con sintagmas concisos y fuente de inspiración, sin duda, para C.J.Cela en su Colmena]

"Menos nosotros, todos habían metido la mano en la ensaladera, como si fuera algo divertido. La mujer que sacó la tarjeta ganadora aplaudió. Era como un concurso de televisión." (refiérese a un divorcio gratuito, de nuevo, señores, una distopía que demuestra lo vacío de las gentes).


- Me pregunto si no la he vuelto a cagar.

martes, 20 de noviembre de 2012

De Philone - V. Martialis

"Numquam se cenasse domi Philo iurat, et hoc est:
Non cenat quotiens nemo vocavit eum".

[Filón jura que nunca ha comido en casa, y esto es:
No cena las veces que nadie lo ha invitado]

Gorrones los ha habido al largo de toda la historia...

lunes, 19 de noviembre de 2012

Catedral - Carver

"El facto examinó la vía. Luego miró atrás, en la dirección en que venía el tren. Alzó el brazo y, con la linterna, hizo una señal al maquinista. Eso era lo que el maquinista esperaba. Giró el botón y bajó una palanca. El tren arrancó. Lentamente al principio, pero luego empezó a alcanzar velocidad. Fue acelerando hasta que una vez más surcó la campiña a toda marcha, con sus vagones brillantes arrojando luz sobre la vía".
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"Después de colgar, lamentó que no se le hubiera ocurrido decir otra cosa diferente de lo que había dicho. En la vida había hablado así. No mantenían relaciones amorosas, él no las llamaría así, aunque ella le gustaba. Carol sabía que él atravesaba una mala época, y no le exigía nada".

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"Y al momento siguiente decía: "no quiero volverte a ver más. Nunca te lo perdonaré, zorra indecente." Y poco después: "Vuelve, cariño, por favor. Te quiero y te necesito. Los niños también te necesitan"."

domingo, 18 de noviembre de 2012

Catedral - Carver

"Él se sentó en un extremo del sofá y ella en el otro. Pero el sofá era pequeño y, a pesar de todo estaban cerca el uno del otro. Tanto, que con alargar la mano hubiera podido tocar la rodilla de Inez. Pero no lo hizo"

Catedral - Carver

"Su trabajo era indispensable, era pastelero. Se alegraba de no ser florista. Era preferible alimentar a gente. El olor era mucho mejor que el de las flores.
- Huelan esto - dijo el pastelero, partiendo una hogaza de pan negro-. Es un pan pesado, pero sabroso.
Lo olieron y luego él se lo dio a probar. Tenía sabor a miel y a grano grueso. Le escucharon. Comieron lo que pudieron. Se comieron todo el pan negro. Parecía de día a la luz de los tubos fluorescentes. Hablaron hasta que el amanecer arrojó una luz pálida por las altas ventanas, y ni se les ocurría marcharse."

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" No quería tocar a Donna. El abrazo que nos dimos aquella noche en la cocina, los besos en el Off-Broadway, todo eso había terminado.
- ¿Qué vas a hacer? - le pregunté.
Pero no me importaba. Si en aquel momento se hubiese muerto de un ataque al corazón, no me habría causado impresión alguna.
- A lo mejor me voy a Portñand - dijo-. Debe haber algo allí [...]".


[Cada vez me vicio más a estos relatos]

sábado, 17 de noviembre de 2012

Catedral - Carver

"Pronuncié su nombre para mis adentros. Era fácil de decir, y estaba acostumbrada a repetirlo desde hacía mucho tiempo. Luego volví a decirlo. Esta vez en voz alta. Wes, dije.
Abrió los ojos pero no me miró. Simplemente se quedó sentado donde estaba y miró a la ventana. Linda la Gorda, dijo. Pero yo sabía que no se trataba de ella. No era nada, sólo un nombre. Wes se levantó, echó las cortinas y el mar desapareció como por ensalmo. Fui a preparar la cena. Aún teníamos un poco de pescado en la nevera. No quedaba mucho más. Esta noche haremos limpieza, pensé, y eso será el fin de todo."

viernes, 16 de noviembre de 2012

Catedral- Carver

"Se acercó un poco más para que pudiera abrazarla. Fran es como un gran vaso de agua."

[¿Metáfora surrealista?, quién sabe en que pensaría Carver para comparar a una mujer con un vaso de agua, aunque la verdad, el hecho de describir a una familia que por mascota tiene a un pavo real ayuda a enterlo todo, expresionismo].

miércoles, 14 de noviembre de 2012

[...] Y después de cuatro meses, te invitaré a un cigarrillo, y fumaremos, y hablaremos, y te contaré que dejé de fumar hace dos meses pero que es una excepción que merece la pena, y que todo va bien, y que la carrera está bien, y que todo ha mejorado mucho...

[second week without smoking, well]

sábado, 10 de noviembre de 2012

Tabaquería, Fdo. Pessoa

"He vivido, estudiado, amado, y hasta creído,
y hoy no hay un mendigo al que no envidie sólo por no ser yo.
Miro los andrajos de cada uno y las llagas y la mentira,
y pienso: puede que nunca hayas vivido, ni estudiado, ni amado ni creído
(porque es posible crear la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);
puede que hayas existido tan sólo, como un lagarto al que cortan el rabo
y que es un rabo, más acá del lagarto, removidamente.

He hecho de mí lo que no sabía,
y lo que podía hacer de mí no lo he hecho.
El disfraz que me puse estaba equivocado.
Me conocieron enseguida como quien no era y no lo desmentí, y me perdí.
Cuando quise quitarme el antifaz,
lo tenía pegado a la cara.
Cuando me lo quité y me miré en el espejo,
ya había envejecido.
Estaba borracho, no sabía llevar el dominó que no me había quitado.
Tiré el antifaz y me dormí en el vestuario
como un perro tolerado por la gerencia
por ser inofensivo
y voy a escribir esta historia para demostrar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,
ojalá pudiera encontrarme como algo que hubiese hecho,
y no me quedase siempre enfrente de la tabaquería de enfrente,
pisoteando la conciencia de estar existiendo
como una alfombra en la que tropieza un borracho
o una estera que robaron los gitanos y no valía nada."



Creo que podría resumirse perfectamente en la palabra "desasosiego", pesimismo en estado puro pero con una literariedad que aporta una belleza incomensurable. Veáse puntos de relación con el espíritu universal de Hegel.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Si todos los filólogos fuesen como S.I.L. y A.M.M. sería posible vencer al analfabetismo, que está más extendido de lo que parece, por cierto.

lunes, 5 de noviembre de 2012

IN PROCILLUM - epigrama de Marcial

"Quaedam me cupit- invide Procile!- // Loto candidior puella, cygno,// Argento, nive, lilo, ligustro:// Sed quandam volo nocte nigriorem, // Formica, pice, graculo, cicada. _______________________________________________ [ Cierta joven más blanca que el loto, el cisne, la plata, la nieve, el lirio, el ligustro me desea - ¡Envidiame, Procilo!- // Pero yo quiero a alguna más negra que la noche, que una hormiga, la cigarra, el grajo y la pez ]

La tertúlia de Colau - Bernat i Baldoví

"menten els que són amics, menten els que són contraris"

domingo, 4 de noviembre de 2012

El caminante - Dickens

"Una vez, hace ya muchos años, hubo un caminante que partió para un prolongado viaje. Era un viaje mágico, que parecía muy largo al comienzo y muy corto cuando llegó a la mitad de la ruta. Anduvo a lo largo de un sendero oscuro durante un breve espacio de tiempo, sin divisar a nadie, hasta que se encontró frente a un hermoso niño. Entonces le preguntó: “¿Qué haces aquí?”. Y el niño contestó: “Juego siempre. ¡Ven y juega conmigo!” Pues bien, él jugó con el niño durante todo ese día, y ambos estaban muy alegres. El cielo parecía tan azul, el sol tan brillante, el agua tan clara, las hojas muy verdes, las flores muy bellas; y oyeron cantar a tantos pájaros y vieron tan gran cantidad de mariposas que todo les pareció maravillosamente hermoso. Todo eso, cuando hacía buen tiempo. Si llovía, les gustaba contemplar las gotas que caían y percibir el olor de frescos aromas. Cuando el viento soplaba era delicioso escucharlo e imaginar lo que quería decir al lanzarse desde su guarida (solían preguntarse dónde estaba situada) silbando y aullando, empujando a las nubes, doblando los árboles, rugiendo en las chimeneas, sacudiendo la casa y haciendo bramar con furia al mar. Pero, mejor aun cuando nevaba; porque nada les gustaba más que admirar los copos que caían con rapidez, formando una espesa alfombra, como plumón que cayera de millares de pájaros blancos, y observar cuán liso y profundo era el alud; y escuchar nada más que silencio sobre rutas y caminos. Disponían en abundancia de los mejores juguetes del mundo y de los más admirables libros de figuras; todos referidos a cimitarras, babuchas y turbantes, duendes, gigantes, hadas, enanos y barbas azules; a riquezas, a selvas y cavernas, todo moderno, todo verídico. Pero un día, de súbito, el viajero perdió de vista al chiquillo. Lo llamó por su nombre muchas veces sin obtener respuesta. Entonces siguió su camino y recorrió un trecho breve, sin encontrar a nadie, hasta que divisó a un niño muy hermoso, a quien preguntó: “¿Qué haces aquí?” Y el niño contestó: “Estudio continuamente, ven y aprende conmigo”. Entonces, el viajero, instruyóse acerca de Júpiter y Juno, de griegos y romanos y no sé cuántas cosas más que yo no podría contar porque muy pronto olvidó mucho de lo que había estudiado. Pero no siempre estudiaban: también practicaban los más divertidos juegos conocidos. Cenaban en verano sobre el río y patinaban sobre el hielo en invierno; siempre activos, ya en pie, ya montando a caballo; en el cricket y en todo juego de pelota que yo no sé mencionar. Nadie podía vencerlos. Gozaban también de vacaciones, asistían a fiestas donde bailaban hasta medianoche y a teatros verdaderos donde contemplaban palacios de oro y plata que se elevaban sobre la tierra y admirando, al mismo tiempo, todas las maravillas del mundo. En cuanto a amigos, tenían tantos y tan leales, que carezco de tiempo para enumerarlos uno a uno. Todos eran jóvenes como el hermoso niño y jamás habían de ser extraños el uno al otro en el transcurso de toda la vida. Pero, aun así, un día, en medio de tantos placeres, el viajero perdió al niño, como antes perdiera al chiquillo, y después de llamarlo en vano, prosiguió su viaje. Caminó así un corto trecho hasta divisar a un joven a quien preguntó: “¿Qué haces aquí?”. Y el joven respondió: “Vivo eternamente enamorado. Ven y ama conmigo.” El viajero siguió entonces al joven y de inmediato encontráronse frente a la niña más hermosa que se viera jamás. Exactamente igual a Fanny, los cabellos y los oyuelos de Fanny, y se reía y sonrojaba como ella lo hace mientras estoy hablando. Entonces, el joven se enamoró al instante, como alguien a quien no quiero mencionar, la primera vez que vino hacia aquí y vio a Fanny. ¡Bien! era objeto de bromas algunas veces, como alguien que yo sé debe soportarlas de Fanny. Discutían otras; como sé que alguien y Fanny acostumbran. Luego hacían las paces y se sentaban en la oscuridad; se escribían cartas diariamente; nunca eran felices estando separados y siempre buscábanse el uno al otro, aun cuando simulaban lo contrario; se comprometieron en Navidad; están sentados muy juntos cerca del fuego y han de casarse muy pronto, exactamente como alguien a quien no quiero mencionar y Fanny. Pero el viajero lo perdió de vista un día, como sucedió con el resto de sus amigos, y luego de llamarlo para que volviera, sin tener éxito, continuó su camino. En esta forma recorrió un corto trecho sin ver a nadie hasta que se enfrentó con un hombre de edad mediana, a quien preguntó: “¿Qué haces aquí?” Y su respuesta fue: “Estoy siempre ocupado. Ven y trabaja conmigo.” En esta forma comenzó ayudando al caballero, y juntos emprendieron el camino del bosque. Todo el tiempo fue empleado en cruzarlo, sólo que al principio aparecía verde y abierto como en primavera; y poco a poco comenzó a oscurecer y espesarse como en el verano; aun varios de los arbustos que brotaron más temprano volvíanse castaños. El caballero no estaba solo, sino acompañado por una dama de la misma edad, su esposa, y ambos tenían hijos que también les acompañaban. En esta forma avanzaron juntos por el bosque, cortando árboles y trazando un sendero a través de las ramas y las hojas caídas, llevando pesadas cargas y trabajando en forma intensa. Algunas veces avanzaban por largas avenidas verdes que desembocaban en bosques más profundos aún. Allí oían una vocecilla muy distante que gritaba: “¡Padre, padre, soy un nuevo hijo! ¡Detente y llévame contigo!”. Al mismo tiempo una figura menuda, que se agrandaba al adelantarse, acudía corriendo a reunírsele. No bien hubo llegado, todos se agrupaban a su alrededor, besándole y dándole la bienvenida, y juntos proseguían el camino. Algunas veces alcanzaron varias avenidas a la vez, y todos permanecían en silencio, interrumpido por la voz de uno de los hijos, que decía: “Padre, me voy al mar”. Y otro que agregaba: “Padre, me voy a la India”. Y otro: “Padre, iré a buscar fortuna donde pueda”. Y el último: “Padre, me voy al cielo”. Entonces, con muchas lágrimas de despedida, se fueron, y ellos continuaron solos, recorriendo avenidas, mientras cada hijo seguía su camino; el que fue al cielo, se elevó en el aire dorado, y desapareció. Siempre que estas separaciones tenían lugar, el viajero miraba al caballero y lo veía contemplar el cielo por entre los árboles, cuando el día empezaba a declinar y la noche se acercaba. Observó también que sus cabellos se volvían grises. Pero nunca pudo descansar por mucho tiempo, pues, debía alcanzar la meta y necesitaba estar siempre en acción. Al fin hubo tantos alejamientos que no quedó ningún hijo, y sólo el caminante, el caballero y la dama continuaron juntos el viaje. El bosque ya era amarillo, luego se tornó castaño, y las hojas de los árboles, aun hasta los de la floresta, comenzaron a caer. Entonces llegaron hasta una avenida más oscura aún que las anteriores, donde eran empujados hacia adelante sin permitírselos mirar atrás, cuando la dama se detuvo. -Esposo mío -dijo-, siento que me llaman. Escucharon entonces una voz que en lo alto decía: “¡Madre, madre!”. Era la voz del primer hijo, y ella agregó: -¡Me voy al cielo! El padre suplicó: -¡Todavía no, te lo ruego! ¡La noche ya se acerca; espera un poco más! Pero la voz continuó: “¡Madre, madre!”, sin hacerle caso, a pesar de su cabello ya completamente blanco y de las lágrimas que rodaban por su rostro. La madre, empujaba ya hacia la sombra de la oscura avenida, continuaba rodeando con sus brazos el cuello de su marido, mientras lo besaba, diciéndole: -Mi adorado, me llaman y debo irme. Se fue, y los dos quedaron solos, entonces. Y continuaron juntos hasta llegar muy cerca del final del bosque, tan cerca que podían observar entre los árboles la puesta del sol, que teñía el cielo de un color brillante. Entonces, una vez más, mientras se abría camino entre las ramas, el viajero perdió a su amigo. Llamó y llamó, pero no obtuvo respuesta; y cuando salió del bosque y contempló el sol ocultándose en un horizonte purpúreo, divisó a un anciano sentado sobre un árbol caído. Le preguntó entonces: -¿Qué haces aquí? Y el anciano contestó con una sonrisa tranquila: -Estoy siempre recordando. ¡Ven y recuerda conmigo! El peregrino se sentó al lado del anciano, de frente al sereno anochecer; y todos sus amigos volvieron en silencio y permanecieron a su alrededor. El lindo chiquillo, el niño hermoso, el joven enamorado, el padre, la madre y los hijos, todos estaban allí y nadie se perdió de vista."