martes, 31 de enero de 2012

Oscar Wilde

" There is no such thing as a moral or an inmoral book. Books are well written or badly written. That is all."
[Oscar Wilde defendiéndose de acusaciones sobre "The Picture of Dorian Gray", que en su tiempo fue acusado de libro inmoral].

domingo, 29 de enero de 2012

La plaça del diamant - Mercè Rodoreda

"I va dir que el promès era alt i prim i amb els ulls negres i lluents com el carbó d'antracita.I que tenia els llavis fets per a parlar baixeti donar repòs. I que ella, només de sentir-li la veu quan li passava pels llavis, veia el món diferent. Si me'l maten, va dir. Si me'l maten..."

sábado, 28 de enero de 2012

viernes, 27 de enero de 2012

jueves, 26 de enero de 2012

Epitafio Nikos Kazantzakis

Δεν ελπίζω τίποτα. Δε φοβούμαι τίποτα. Είμαι λεύτερος.

(No espero nada. No temo nada. Soy libre)

miércoles, 25 de enero de 2012

mig amiga xD

"No li pega, però sí que li pega..."

[Frase dita per Boshi sobre el consum de psicotrops d'una xica]

martes, 24 de enero de 2012

Lope

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

sábado, 21 de enero de 2012

eudaimonia

A veces me mira a los ojos y yo finjo que todavía me ve a mí. Esos son los mejores momentos que consigo recaudar estos últimos meses.Pero sé que no.
Sé que sus ojos ciegos no saben ver más allá de aquello que me la arrebató sin piedad. Ya no llora. Ya sabe que está todo perdido. Pero yo soy incapaz de ver que está todo perdido y sufro. Me dijo que no debía pasarlo mal, que ella sufriría por los dos. Pero cada vez que da rienda suelta a su imaginación veo en sus ojos la posibilidad de que me abandone. Hace una semana que vuelve a soñar conmigo. No sé si debería alegrarme. Sí, me alegro. Y desde entonces supe que aunque tenga que pasar más tiempo, siempre, siempre, voy a estar con ella.Porque cuando quise no estar con ella no puede. Vi sus ojos empapados y enrojecidos por el llanto. Y vi sus labios fragmentados por el frío de la lúgubre estancia y temblorosos. Y vi su cuerpo y... y vi su cuerpo. Supe en aquel preciso instante que nunca tendría suficiente valor para irme y dejarla con sus penas. Quería abrazarla, pero no lo hice, ella me lo pidió y yo le respondí que no. Yo sí que quería. Pero ella sólo sería feliz si fuese él quien la abrazase. Tenía el mundo a sus pies y yo terminé de pisotearlo. Media hora después le pedí perdón, y ella, con un valor negativo de dignidad me besó.Pensé que no me besaba a mí, pero recordé que ella sólo besa a quien quiere. Y pensé, ella todavía me quiere. Y poco a poco fueron desapareciendo los llantos de después de amarnos, los silencios, las miradas inexpresivas, sus ganas de abandonar el mundo... Yo seguí junto a ella, y seguiré.

martes, 17 de enero de 2012

Una vez, un profesor me dijo que soy demasiado brillante para casarme. Otra profesora me dijo que podría hacerme rica escribiendo.
O la gente es muy optimista, o me sobrevalora.

martes, 3 de enero de 2012

Apocalipsis

Tras cinco años de investigaciones privadas (que se podía permitir gracias a su copioso fondo monetario) Salvatore Ariezzi, un científico italiano residente en la isla de Rodas, llegó a una conclusión que alarmaría al mundo entero: en un año y dos meses la tierra desaparecería.
Todo empezó a plantearle ciertas dudas desde una gélida tarde del mes de septiembre, cuando él, con la esperanza de revitalizar una más que obsoleta relación con su cónyuge, Niki Garbi, mujer por la cual él había huido de su patria y se había helenizado; instó a su esposa a dar una vuelta y pasearse por unos prados por los que acostumbraban pasear durante su ya olvidada etapa de festejo, cuando él iba a verla dos sábados al mes desde Messina y se instalaba en su salón.
- Niki, yo sigo queriéndote, rozando ya nuestra vejez, ningún pecado es imperdonable. Sufro más que tú al verte así.
- Salvatore, te aseguro que lo intento, pero no me es posible olvidarlo como si nada, te he dañado, a ti y a mí.
- Tumbémonos.
- Cuando teníamos a penas diecisiete años nos tumbábamos aquí y el tiempo se detenía.
- ¿Has visto? Todavía tengo aquella cicatriz, mucho menos profunda por la grasa, pero creo que nunca se me irá.
- Pero tú no te quejaste en ese momento, ja, ja.
- Tenía mejores cosas en las que pensar en ese momento.
- Me gustaría que nunca hubiese acabado ese día. Me gustaría estar siempre allí, mirándote, oliéndote, me gustaría que ahora todo fuese como antes, pero ya no. Me gustaría que nunca hubiese acabado.
- ¿El qué?
- La vida. La gente dice que se empieza a vivir y a ser libre después de la jubilación porque ya no tienes obligaciones, pero no es así. No es así porque, ahora, el pudor nos impide dar rienda suelta a la poca pasión que nos queda y nos impide, por ejemplo, revolcarnos aquí mismo. Nuestra libertad murió junto a nuestra adolescencia.
- No exageres, Salva. Ahora tenemos la libertad para saber que eso no se debe hacer, pero si podemos cogernos de la mano tras casi dos años sin hacerlo, y también tengo la libertad para decirte que, lo que nos queda de vida, lo pasaremos juntos, y no ha estado tan mal nada.
- Y mirar las estrellas como nunca hemos hecho, y besarnos.

Después de unos nefastos años de matrimonio, en el que, terceras personas habían tenido una figura clave para el deterioramiento del mismo, parecía que, aunque ambos habrían cambiado su vida, se resignaban a una vida que tampoco estaba tan mal. Pasaron casi una hora recordando.
Pero algo perturbó la paz que al fin había conseguido Salvatore, una estrella no parpadeaba, como de costumbre. Astrónomo por afición, Salvatore no podía evitar fijarse en el cielo cada noche, parecía imposible, pero tenía un mapa mental de todos los astros que se podían vislumbrar desde aquellos prados por todas las noches que allí pasaron. Era su mayor vicio, aparte de coleccionar monedas de todos los países del mundo.
Que esa estrella no parpadeara podía significar tres cosas: un desplazamiento atípico, un eclipse o una explosión.
Esa noche la pasó en silencio saboreando cada segundo junto a Niki, dejó su mente en blanco, pero, al despertar, encendió como cada mañana la televisión de la cocina, se sirvió una taza de café muy cargado, y esperó hasta el final de la sección de sucesos para vestirse, con la esperanza de ver alguna noticia relacionada con el fenómeno astrológico que lo inquietaba. Pero no. Hacía tarde a la universidad, pero llegó. Y durante ese día preguntó a sus compañeros si sabían algo sobre la estrella. Pero nadie sabía nada, excepto un compañero del departamento de matemáticas aplicadas a la física que le dijo que él también la había echado en falta ya que se veía directamente desde su terraza. Juntos, en dos horas libres en las que coincidieron, buscaron información sobre que podía haber sucedido, pero ningún medio de comunicación había difundido nada referente a la noticia. Tampoco encontraron nada en la biblioteca, ningún estudio sobre las estrellas más cercanas y nada de lo que encontraron era referente a la actualidad.
Al principio, por simple curiosidad, decidieron investigar por sus propios medios, aunque luego, sería por y para toda la humanidad.
Cada tarde, se reunía un equipo formado por matemáticos y astrólogos de la universidad de Rodas, donde trabajaba Salvatore. Lo primero que debían hacer era descubrir la situación habitual de la estrella, estudiar sus ciclos y sus componentes químicos. Una vez resueltas estas dudas llegaron a la conclusión de que se trataba de la estrella Rigel Kentaurus, a una distancia de 4,3 AL. Tras dos semanas de investigación sin poder prácticamente dormir, dictaminaron que la estrella se había desintegrado y que las partículas que brollaron tras su explosión flotarían hasta llegar al sistema solar, según sus cálculos.
Sólo faltaba averiguar dos cosas más, la primera, los efectos que esto podría tener sobre nuestro sistema, y la segunda, el porqué de la ausencia de noticias sobre un suceso tan bizarro como ese, teniendo en cuenta lo brillantes que son los astrólogos de la NASA.
A pesar de que todos eran personas con muchísimos recursos económicos, les flaqueaba una cosa, eran prácticamente anónimos para difundir su descubrimiento por todo el mundo, pero lo harían, eso estaba claro, al igual que Salvatore tenía claro que no se quedaría de brazos cruzados. Hubiera sido fácil dejarlo pasar desde un primer momento, aún más teniendo la suerte de haber resucitado su ya difunto matrimonio y teniendo en cuenta que ahora podría disfrutarlo, pero no, él no era así, ni sus compañeros de investigación tampoco.
Pocas semanas después empezaron las entrevistas, primero por parte de periódicos provinciales, y finalmente, en vista del interés de la noticia, también nacionales. Grecia se sentía orgullosa de tener unos científicos que hubiesen descubierto algo que ni siquiera los científicos de la NASA habían difundido. El pueblo heleno se sentía en la cúspide de toda fortuna, al igual que Salvatore, su esposa que le ofrecía apoyo incondicional y que ayudaba con el papeleo de la investigación, y a todo su modesto equipo.
Ellos se comprometieron a seguir investigando.
Pasaron algunos días en los que todo seguía bien, todo seguía su cauce, sin ninguna complicación, los estudios eran cada vez más rigurosos, incluso empezaron a diseñar una maqueta para visualizar los posibles efectos de la fragmentación de la estrella sobre nuestro planeta, pero no pudieron seguir investigando. Una tarde, mientras mostraban los planos de la maqueta, llamaron a la puerta de la clase de la universidad en la que se reunían cada tarde unos señores. Al verlos, Salvatore nunca llegó a imaginar quiénes eran.
- CIA, detengan sus investigaciones.
- ¿Perdón? – dijo Salvatore, anonadado.
- Mi nombre es William Shakes, mi placa es ésta – le mostró su pistola y su identificación.
- Vale, ¿pero nos pueden explicar el motivo de esta efímera prohibición? – titubeó Salvatore.
- Eso no me corresponde, en dos días os espera el Doctor Pete Worden para que le expliquéis vuestras deducciones. Los billetes serán cortesía de la NASA. Pero por ahora, vuestra investigación queda totalmente abolida ya que puede ser perniciosa.
- ¿No puede adelantarnos los motivos? – se enojó el compañero de Salvatore.
- Con nosotros no vaya de valiente, nos retiramos.
Dos días después voló todo el equipo hacia Estados Unidos. Para algunos, la primera vez ir tan lejos de Grecia suponía más tragedia que gloria, pues a pesar de tener sus conciencias tranquilas, temían alguna irregularidad que les perjudicase. Salvatore fue con Niki al aeropuerto, él estaba tranquilo, no llegaba a ninguna conclusión lógica sobre qué podía haber pasado. El vuelo duró 7 horas, y al aterrizar, el coche especial les esperaba.
Era un coche digno de un buen sibarita, pero no podían disfrutarlo por sus nervios, aunque el trato cortés y amable del conductor, ayudó a centrarse un poco y disfrutar, aunque sólo fuese durante tres o cuatro minutos, del paisaje de la industrializada ciudad que hacía parecer que Rodas se encontraba como cincuenta años atrasada industrialmente.
Llegaron a la puerta de la NASA. Un grupo de japoneses se hacía fotos en la entrada, coches lujosos entraban por el aparcamiento, señoras de la limpieza salían a fumarse un cigarrillo, la vie quotidienne.
El conductor los guió hasta un despacho, les abrió la puerta y les dijo que esperasen cinco minutos y que al instante, la secretaria les serviría cafés. En efecto, una secretaria obesa y con cara de pocos amigos apareció después de menos de cinco minutos con una bandeja plateada con 6 cafés y ocho sobrecillos de azúcar, (cuando Aristós pidió una pastilla de sacarina, la secretaria lo miró con desprecio y simplemente le dijo: “wait”, pero nunca se la trajo).
La tensión se apoderaba de todos ellos, hasta que al fin, apareció el esperado Pete Worden.
- Hola, disculpen mi demora, tenía que acabar unas labores, aunque no eran tan importantes como ésta.
- Encantado señor Worden, soy el encargado de este grupo, Salvatore Ariezzi, profesor de química en la universidad de Rodas, y este es mi equipo, el doctor Democles Aristós, el doctor Andreas Papandreu, el licenciado Petros Martinidis, la doctora Iota Carelli y la doctora Andromaji Skuros.
- Encantado de conoceros a todos, han hecho una labor magnífica, de veras, nunca hubiésemos sospechado en esta gran institución que un grupo privado llegase a conclusiones tan acertadas.
- Es usted muy gentil, pero me gustaría que nos explicase el motivo de la interrupción de nuestra “brillante labor”, si no es molestia- comentó, irónico, Aristós.
- Veo que queréis que pasemos directamente a hablar del tema clave sin ninguna formalidad, ¿es así?
- Sí – contestó al unisono todo el equipo.
- De acuerdo. No son los primeros en descubrir que algo raro estaba sucediendo en la estrella Rigel Kentaurus. Aunque sí que son los primeros en dar a la luz la noticia.
- ¿Qué quiere decir con esto, doctor? – intentó suavizar la situación Carelli.
- En fin, hace cinco meses que ya sabíamos de la noticia, pero no quisimos que la noticia transcendiese. Ahora me preguntaréis el motivo y, posiblemente, aberréis contra mi persona y contra toda esta institución… pero mi labor es esta.
- Explíquenos.
- Todas sus conclusiones son verdaderas, y, según tengo entendido, lo que os quedaba por investigar serían los efectos que la susodicha explosión tendría sobre el sistema solar, y, concretamente, si tendría algún resultado directo sobre la Tierra. ¿Me equivoco?
- No, doctor, no se equivoca – dijo Salvatore con un hilo de voz, tenso.
- Esa es la clausula que nosotros ya hemos resulto. Efectivamente, como supongo que os teméis, sí que habrá consecuencias sobre la tierra, si llegamos a un acuerdo, podré daros un informe detallado. Pero lo más trascendente ahora: Uno de los pedazos de fragmentación, si todo sigue su curso natural, llegará al Sol, pero se derretirá sin ningún problema. Lo que ya nos concierne es que otro pedazo llegará a la Tierra. En un corto periodo de tiempo. No lo sabemos exactamente, pero posiblemente, un año será lo que tardará en llegar.
- ¡Mi hipótesis era cierta!- exclamó Salvatore, con rabia- Según mis cálculos sería aproximadamente un año y dos meses.
- Bien, ese es el motivo por el cual no queríamos que nuestra teoría trascendiese era ese.
- No acabo de entender- preguntó Martinidis.
- En fin, imagínense que diésemos por primera vez en la historia una noticia científica sobre el apocalipsis, además, dando unas fechas exactas y cercanas. ¿Cómo reaccionaría el mundo?
- …
- No respondan, todas las preguntas que os estáis haciendo ya nos las hemos hecho nosotros mismos. Para empezar, aumentaría el consumo de psicótropos, como pasó cuando se predecía (de forma no científica) que el mundo terminaría el 2012. Después, aumentaría el índice de suicidios por el miedo al fin, otros aspectos los han prescrito nuestros sociólogos en este dosier – pusó entonces seis dosieres sobre la mesa - ni que decir tiene, que las personas enloquecerían, se crearían sectas, habría venganzas, en resumen: sería un auténtico caos.
- Entonces, ¿lo que usted está intentando decirnos es que quieren ocultar al mundo la realidad? – gritó, indignada, Iota Carelli.
- Están siendo un tanto sensacionalistas.
- ¡Son ustedes! No es justo ocultar la verdad, atenta contra todo principio ético – explicó Salvatore.
- Saben que una institución tan prestigiosa como la nuestra no quiere crear ningún mal.
- Una institución corrupta como la vuestra, querrá decir. Y que sepa que a pesar de que sean ustedes americanos y nosotros griegos, aunque vivamos en un índice de desarrollo mucho más inferior al nuestro, no nos vamos a callar. – sentenció Aristós.
- De eso quería hablaros. El mundo termina, no podemos hacer nada por ello. Todos nosotros somos personas con un mínimo de sentido común. ¿No os gustaría vivir como dioses durante este último año? Nosotros os podemos ofrecer los mayores lujos. Justificaríamos que os hemos ofrecido empleo como investigadores.
- No nos van a callar, ni por todo el oro del mundo.
- Os dejo una hora para que deliberéis. Ahí tenéis una maquina de café. Aquí os dejo cigarrillos. En una hora volveré y me comunicaréis vuestra conclusión – dijo, y, al instante, se fue.

Durante esa hora se miraron todos, unos a otros, sin saber muy bien qué deberían hacer. El paquete de cigarrillos se terminó en menos de media hora. Había dos claros posicionamientos, por una parte, Salvatore, Carelli y Aristós querían ser fieles a los principios e informar a toda costa de la verdad. Por otra parte, el resto del equipo había entendido perfectamente que no se podía hacer nada y prefirió mirar primero sus intereses y los de su familia. Pasó la hora. El doctor quiso hablar con cada uno individualmente. Finalmente, tras tres horas de largos diálogos, Salvatore fue el único que proseguía con su idea de decir a toda costa la verdad. Los demás firmaron contratos de la NASA y eligieron dónde querían pasar el último año de sus vidas. Hubo quien quiso seguir con su vida en Rodas, otros encargaron casas en otros países lejanos y exóticos.
El único problema que planteaba Salvatore era que él solo no sería capaz de difundir la verdad. Pero lo intentaría.
Pasó una semana aislado en su casa sin saber muy bien qué hacer ni qué decir. Inventándose excusas sobre la identidad de sus llamadas. Hasta que finalmente se lo contó a su esposa. Fueron días de reflexión. Pero realmente, ella sabía que acabarían traicionando a sus principios, como todos. A fin de cuentas, todo en sí era una farsa, y no serían ellos quienes acabasen con la falsedad que es la vida en sí. Ella lo intentó convencer mediante todos los medios posibles, pero Salvatore persistía en su intento de hacer que el mundo fuese libre, por un año. Pero no sabía cómo. Sus compañeros ahora estarían disfrutando, él estaba sufriendo el último año de vida que le quedaba. Cayó, como todos, no fue capaz de vivir luchando un año. Él y su esposa firmaron un contrato con la NASA, se marcharon a las islas Carolinas, un sueño que no había estado a su alcance. Y con todos los baños, con el Sol, y con una nueva vida junto a su esposa, fue capaz de olvidar progresivamente que él, entre otros, había privado al mundo de la libertad, pero él, se encontraba más cerca de ella que nunca. Ese era el precio que tenía que pagar por la libertad, y, sacando conclusiones, le salió barato.
Pronto todo el mundo olvidó la noticia de la explosión de la estrella Rigel Kentaurus, salvo algunos científicos. La NASA dijo que la única consecuencia de la explosión sería que uno de los fragmentos se derretiría gracias al Sol. Nadie desconfía de la NASA. Todo el mundo siguió con sus actividades normales, todo fluía y seguía su curso lógico.
Ocho meses después de que Salvatore abandonase Rodas se anunció el fin del mundo. Sólo quedaba un día de vida. Un día que Salvatore pasó llorando al ver que él no había hecho nada por impedirlo, o, al menos, por permitir a la gente conocer la verdad.